《𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 ú𝚗𝚒𝚌𝚘》

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  ❝A ti, onigiri de carne.

¿Recuerdas cuando nos conocimos? Tú apenas terminabas media superior, pero aun así estabas triunfando en el ámbito de la música, y yo estaba ganando mucho con mis inventos. Entonces, por mera casualidad, nos encontramos en aquel bar, y bebimos, y bebimos de tal manera que apareciste en mi habitación, al lado de mí, desnudo y dormido mientras me abrazabas. Bebimos de tal manera que acabé con dolor de culo por tu culpa durante una semana. No olvidaré la sensación de nuestros cuerpos encajando perfectamente. No olvidaré como besabas, ni como mordías mis labios de una manera tan sensual que me derretía. No olvidaré la sensación de tus manos recorrer todo mi cuerpo como si siempre hubiera sido tuyo, a pesar de haberme conocido esa misma noche. No olvidaré como el calor de nuestros cuerpos unidos le brindó ambiente a la habitación. Mucho menos olvidaré el regaño de la tía Cass por haber hecho tanto ruido aquella noche. Pero creo que la cosa que, de verdad, nunca olvidaré será que te fuiste sin despedirte mientras yo había caído en brazos de Morfeo por el cansancio. No te volví a ver, al menos físicamente, le había rogado a tía Cass para que me ayudara a contratar canales latinos para el televisor, y así verte. Porque esa noche, mientras nos embriagábamos, me contaste que eras latinoamericano, que no eras de aquí. 
No fue hasta dos años después que volviste, recuerdo estarle preguntando, como todas las noches, a Baymax sobre latinos en Fransokyo, entonces fue cuando vi que habían anunciado uno de tus conciertos, y junté la mejor ropa que tenía, me alisté de la manera más juvenil, pero elegante y lindo para ti, solo para ti. Y es que, de verdad, me habías hechizado aquella noche, porque mis ojos solo habían estado sobre ti desde ese entonces. El concierto pasó, y gracias a mi boleto V.IP. pude entrar a hablarte, a verte, a sentirte con mis propias manos. Eras tú, Miguel, tú. Recuerdo que ese día mis lágrimas no paraban, ese día lloré bastante y tú intentaste calmarme, borrar cada una de mis lágrimas, ese día me dedicaste muchas sonrisas, sonrisas que correspondí de la manera más "dulce" que pude. Mi amor, te juro que ese día aún no se borra de mi mente, quedará hasta el día de mi muerte ahí. Pasaron los días, y me llamaste. Me hiciste muchas preguntas sobre el día del bar, no olvidaré tu cara de emoción al saber que me rompiste el culo. En ese mismo instante me pediste salir, y yo pensé que no duraríamos nada hablándonos, que acabaría. Pero el día que te fuiste a México estuve ahí para despedirte, pero todas las noches que me decías te amo, estuve ahí para contestarte un yo también te amo. Y lo nuestro no acabó. Pasaron los años, y decidimos volver al bar en donde nos pasamos de copas nuestra primera noche. Cuando llegamos, había mariachis tocando "cielito lindo", no había entendido nada hasta que te arrodillaste frente mío y dijiste, muy difícilmente en japonés, pues nos habíamos comunicado solamente en inglés desde que nos conocimos, "¿te quieres casar conmigo?". Mis ojos se llenaron de lágrimas y había comenzado a reír, recuerdo que la gente comenzó a mirarme mal, pero todo se aclaró cuando saqué de mi sudadera una pequeña cajita con un anillo. El anillo con pequeños detalles de calaveras que te había gustado una vez que fuimos al centro comercial. Pero el anillo que tú pusiste en mi dedo, ese anillo es el que tenía pendiente por comprar desde que tenía catorce años, y no sé cómo te enteraste, pero me lo diste. Ese día fue el más feliz de mi vida. Recuerdo que esa noche no dormimos, y no me apena decir que disfruté como nunca esa noche. Besaste mi anillo, besé tu anillo, y nos besamos hasta los lugares más recónditos de nuestros cuerpos. 
Mientras nos encaminábamos a la boda fuimos a ver a tu familia a Santa Cecilia, fue bastante agradable conocer a tanta gente, me sentí en una familia y ellos me sintieron parte de su familia. Pasamos ahí muchos meses, y regresamos a Fransokyo por tía Cass y mis amigos para, finalmente, unirnos en matrimonio ahí, en Santa Cecilia. Aunque días después, cuando fuéramos a Fransokyo haríamos una ceremonia allá. Tuvimos nuestra luna de miel, noches y días sin pegar un solo ojo, cuando regresamos a Fransokyo, a la casa que habíamos comprado justo antes de partir a Santa Cecilia, recuerdo que ninguno de los dos podía caminar sin cojear. Pasamos años en esa casa, hicimos tantos recuerdos, hicimos arte con tu música, exploramos la ecuación de Dirac juntos. Adoptamos, y realmente, adoptar es una de mis recuerdos más valiosos. Tener a dos hermosos niños que nos hacían despertarnos a mitad de la noche para arrullarles es lo más precioso del mundo, y una de las experiencias más hermosas que pasé a tu lado.

Pero entonces pasó lo inevitable. Tus recuerdos fueron desvaneciéndose conforme los años pasaban, había ocasiones en las cuales no recordabas ni siquiera tu nombre, y me dolía, me dolía ver al hombre que amo así, y no poder hacer nada. Pasaron los años, y te tuvieron que internar, los médicos dijeron que habías adquirido una grave infección y que probablemente tenías los días contados. Me destrozó saber eso y destrozó a los niños, en ese entonces tenían apenas 18. Lentamente mis ganas de vivir fueron disminuyendo, no quería vivir si no podía ayudar a la persona que tanto amé. Pero me mantuve por ti, mi amor, me mantuve para que tú no terminarás derrumbándote como yo. Pero me mantuve por ellos, mi amor, me mantuve por aquellos dos hermosos niños que criamos con tanto amor y esfuerzo.

Cariño, de verdad yo te amé como nadie. Y tu perdida me partió en dos, me quitó las esperanzas de vida. Te fuiste de mis brazos, y no pensaba dejar que también te fueras de mis pensamientos. Ese mismo día en el cuál tu corazón dejó de latir, el mío también se detuvo. Y aún espero, espero el momento en el cual nuestras almas se junten para volverte a ver, para juntar nuestros labios nuevamente. 

Te amó, te ama y te amará, Hiro. ❞ 

【И/Λ】

¡Hola! Espero les haya gustado. Perdonen las faltas gramaticales y ortográficas. Esto aún es un borrador acerca de lo que verdaderamente quiero escribir. Sin más que decir, gracias por haber leído. 

Nuestra historia. 『нιgυєℓ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora