Tiene que ser una broma

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Le había prometido a su madre que no iba a volver a protestar cuando se tratara de un nuevo trabajo. En especial si dicho trabajo era requisito indispensable para poder obtener un grado en la academia militar-espacial. Era importante para Jim poder graduarse con honores. No solo llenaría de orgullo a su madre, pero ayudaría a ampliar su currículum y quizá dejar atrás de una vez por todas su historial delictivo causado por sus impulsivas decisiones cuando era más joven.

Ahora ya contaba con sus bien cumplidos 20 años. Se sentía en la cima del mundo, pero aún le faltaba una sola cosa, graduarse de la dichosa academia militar-espacial, especializándose en ingeniería naval. Jim era un prodigio y el favorito de su clase para llevarse los honores, pero su actitud despreocupada y respuestas sarcásticas lo habían llevado a hacer este tipo de actividades para conseguir su anhelado cargo.

—¿Servicio comunitario? —Jim arrugó el papel que lo citaba a su trabajo— ¡Esto tiene que ser una broma! Todos los demás chicos del curso tienen interinatos de verdad, como trabajar en construcciones o en una sala de turbinas. 

La risa de su madre se escuchó desde la cocina. Jim solo se hundió más en el sillón de la sala. Miró la bola de papel que estaba entre sus manos y levantó la vista admirando las estrellas que se apreciaban desde el ventanal. Era una noche bastante tranquila, el cielo nocturno le recordaba aquella vez que la nave de Billy Bones se estrelló a pocos metros de su casa. Jamás se hubiera imaginado que ese sería el inicio de una experiencia que cambiaría su vida radicalmente.

—En el último reporte tus oficiales superiores comentaron que te hace falta un poco de trabajo en equipo— Sarah apareció en el umbral de la entrada de la cocina, dirigiéndose a Jim con una charola entre las manos. 

—Ese no sería ningún problema si mis compañeros de equipo fueran unos completos inútiles— protestó el muchacho cruzando los brazos, observó con cuidado el plato de líquido caliente que su madre puso frente a él —Tu sabes que adoro trabajar en equipo.

—También hicieron una observación en tu exceso de sarcasmo a los superiores— ella sorbió sonoramente el líquido que contenía su vaso, conocía bien a su hijo. Aún tenía unas cuantas actitudes que pulir.

Jim rodó los ojos, parcialmente ignorando el comentario de su progenitora. Tomó la cuchara a regañadientes y se dispuso a comer lo que le había servido. Al pasar los bocados, su mente se relajó y unos cuantos sonidos involuntarios se abrieron paso por su garganta.

—Me alegra que aun disfrutes de mi comida. —su madre sonrió.

—No tienes idea de cuanto extrañaba esto, la comida del cuartel es peor que la de los astronautas —habló con la boca llena, gesto que provocó una mirada de disgusto por parte de Sarah, Jim terminó de masticar y se aclaró la garganta. —No quiero que inicie el interinato de verano, acabo de regresar y tendré que estar dos meses bajo la tutela de algún marino loco que poco me enseñará a pilotear un barco. 

—Oh Jim... de eso no puedes estar seguro; el Dr. Delper te recomendó con los mejores de toda la costa.

—Me la debía; si la Capitana Amelia no se hubiera tomado un periodo sabático podría haber hecho el interinato en su barco. —Los ánimos de Jim bajaron un poco— Estaré atascado con un desconocido todo el verano.

—¿Estás seguro que no dieron detalles en la carta?—preguntó Sarah, Jim solo observó con vergüenza la bola de papel en el centro de la mesa. —¿Ni siquiera la leíste completa cierto?

Jim bufó, estirando el brazo para alcanzar la bola de papel. 

—Al leer "servicio comunitario" me di por vencido— le extendió la carta a su madre. 

El muchacho continuó con su cena mientras ella intentaba hacer legibles las palabras en el papel nuevamente. Leyó en silencio tratando de encontrar la información que tenía a su hijo tan preocupado. Ella por su parte estaba tranquila, cualquiera que este fuera tenía que ser una tripulación bien investigada para que le permitieran recibir cadetes de la academia.

—¡Mira! ¡Aquí está! —exclamó con emoción. Jim levantó la mirada del plato, alzando las cejas aun con la cuchara dentro de su boca— Uhh hasta tiene un nombre misterioso; "La Quimera".

Jim se atragantó al escuchar el nombre del barco. Seguramente había entendido mal a su madre. No podía ser cierto. Esa era una tripulación pirata... Definitivamente había escuchado mal. El cuartel militar no puede ser tan tonto, y dudaba si ellos llegaron a ser lo suficientemente listos como para burlar todas las pruebas existentes para siquiera calificar como buenos receptores de cadetes durante el verano. 

—¿Y el nombre del capitán? —preguntó Jim mientras frío sudor recorría su cabeza. "Quizá haya dos barcos con el mismo nombre".

—Veamos...— los ojos de su madre volvieron a escanear el papel. 

Jim sintió un nudo en el estómago, cualquier desconocido era mejor que trabajar para...

—¡Sinbad! Capitán Sinbad. Suena bastante heróico ¿no crees? —el optimismo de Sarah era abrumador.

—No tienes idea... —dijo él frotándose la cara frenéticamente con ambas manos.

Esto tenía que ser una broma. ¿Cuándo iba a librarse de los piratas? Estaba harto de seres deshonestos, no iba a desperdiciar su verano ni arriesgar la oportunidad de graduarse por culpa de unos locos piratas. 

"Aún no es muy tarde para huir" pensó mientras en su cabeza se desplegaba el peor escenario posible. Había escuchado rumores. Sinbad era un tipo lo suficientemente loco como para dejar abandonado a su mejor amigo en un trato con la mismísima Eris. Estaba claro que la existencia de un mocoso como Jim le pasaría de noche con mayor facilidad. 

—No puedo creer que terminando el verano vayas a ser todo un hombre, miembro oficial de la milicia espacial —Sarah, por su parte, continuaba fantaseando con el supuesto mejor verano en la vida de su único hijo. Jim, al verla, no tuvo el valor de decirle que rechazaría el trabajo.

Se mordió el labio con frustración mientras meditaba sus opciones. Suerte para él que su madre estaba más que acostumbrada ser la única que charlara a la hora de la cena, el silencio habitual de Jim era algo normal cada vez que se encontraba disuelto en sus pensamientos. 

¿No podía ser tan malo cierto? Era una especie de prueba final, si podía con ellos, técnicamente sería capaz de lidiar con cualquier cosa. Incluyendo a los inútiles compañeros que compartían curso con él. Lo único bueno de todo esto es que estaría muy lejos de aquellos mentecatos que dudaban de sus habilidades por ser el más joven próximo a egresar de la academia.

"Puedo hacerlo" se dijo a si mismo. Contagiandose momentáneamente de la felicidad de su madre, se permitió sonreír. 

"¿Qué es lo peor que puede pasar?"

Solo Quiero Ser RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora