Capítulo 4 (editado)

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No me podía creer en el lugar en donde nos encontrábamos, no sabía que existía en este mundo, era un invernadero cerca de la playa, una fuente en medio de todo tipo de flores y plantas, pero la que más me gustaba ver eran las girasoles que eran protegidas por una cerca, pero cerca de la área se encontraba la playa la arena es tan clara que quiero meter mis pies en ella hundiéndolo<<esto es hermoso>>.

-¿Te gusta?- me pregunta un poco ¿nervioso?, pero esa pregunta es muy tonta, << ¿cómo no gustarme este lugar? es un paraíso>>

-¿Qué si me gusta?- digo feliz- esto es lo mejor que han visto mis ojos- abre la puerta y sale, como yo tenía seguro infantil tenía que esperar que él abriera, al momento de abrir la puerta, literalmente corro hasta la entrada de aquel lugar que mis ojos se enamoraron en un segundo.

Entro sin saber que si se tiene que pagar o no, pero eso no me importa camino por cada pasillo que hay, siento sus pasos detrás de mí pero no me importa solo me enfoco del maravilloso lugar.

-¿Cómo te llamas?- digo después de un rato, inspeccionando todo el lugar e intentar retener este bello momento en mi cabeza

-Por fin lo preguntas- dice con sarcasmo, volteo los ojos, sin que me vea y sigo mi camino- me llamo Santiago- me contesta después de un rato, caminamos por un rato más, no me imaginaba que este lugar sea tan grande, no se veía tan inmenso a través de la ventana del auto, encuentro una banca y me siento en la banca que se en contra enfrente del mar nos quedamos en un silencio total, viendo hacia el mar; siento tanta paz que el mismo silencio me provoca cerrar los ojos y sin poder evitarlo me quede profundamente dormida, pero no antes de sentir como Santiago me acostaba en la banca dejando descansar mi cabeza en sus piernas.

Llega a mis fosas nasales el olor a sal y agua combinado, un sonido relajante del agua chocando con la superficie, se en donde me encuentro pero es imposible hacerlo, pero lo que más me pone en alerta es la mano acariciando mi pelo delicadamente, como si tan solo tocarlo este se partiría en dos.

Me fui despabilando de mi sueño poco a poco, analizando en la posición en la que me encontraba, ya que posteriormente me encontraba en una banca y ahora estoy acostada encima de una manta, me incorpore y pude ver el preciso momento en que iba atardeciendo <<una vista hermosa>> poder ver con tus propios ojos como el sol se escondía en el horizonte dándote a entender que te se esconde debajo del mar, sabiendo que el próximo día se va a levantar desde ese mismo lugar, así como un ciclo sin fin, volteo a ver a mi acompañante analizando aquella sonrisa que no le regala a cualquiera, a su lado hay una bolsa de plástico con una marca de comida que no logro descifrar en ese momento se escucha un rugir de mis tripas por parte de mi estómago, no negare que me siento avergonzada y para despistar aquel atrevimiento de parte de mi cuerpo que naturalmente pide comida me volteo hacia otro lado.

-No pasa nada –dice después de que me he volteado- mi guardaespalda como comida para apaciguar el hambre mientras te llevo de regreso- dijo con su sonrisa aun plantada en su cara cosa rara en él.

-Gracias- digo cuando me entrega una charola de ensalada de pollo, con su aderezo, un vaso de unicel con limonada fría, gracias a los hielos que de seguro estaban ya derretidos.

-De nada, era necesario hermosa- dice acariciando mi pelo, me enderezo bien en la manta y me pongo a comer, siento su mirada penetrante cada vez que meto un bocado a mi boca.

Cuando estoy con él es distinto, siento que ya lo conozco desde hace tiempo atrás, su cara es un vago recuerdo de algo que ya he vivido años atrás, pero no alcanzo asociarlo simplemente es un recuerdo ubicado en lo más profundo de mi cabeza, como si tan solo pensar en eso todas mis neuronas se pusieran en alerta, no puedo mentir, me siento en una fase donde no comprendo el amor, con nadie había sentido esa conexión como la sentí con Jay y con nadie me puedo sentir protegida como lo siento con Santiago, tengo mucho que pensar y es hora de irme, mañana empiezan las clases y no pienso desvelarme por estar aquí, aunque no niego que valdría la pena.

-¿Te gusto?- me pregunta sacándome de mi conversación de mi misma, asiento con algo de comida en mi boca, me siento rara en la forma en que se me queda mirando, al terminar de comer él educadamente retira el plato y lo guarda con lo demás que se encontraba en esa bolsa dándome una señal que él había comido posteriormente mientras yo dormida.

-Gracias por todo, pero me gustaría regresar a la casa, mañana empiezan mis clases y no puedo desvelarme, por favor llévame- empecé a sentirme incomoda al terminar de decir eso, me sentía una sumisa que estaba a su merced sin voto a mi palabra, su semblante cambio totalmente todo él se volvió tan frío, sus manos se hicieron puños, sus ojos se obscurecieron más de lo que ya estaban, simplemente vi cruzar el enojo en todo su ser.

Me levante de un salto por miedo que hiciera una locura o empezara a gritarme como normalmente lo hace, al igual que yo él hace la misma acción tomándome del brazo con fuerza arrastrándome al auto que se encontraba estacionado en el mismo lugar de cuando llegamos aquí, sin preocupación que algo le pasara, al abrirme la puerta me subo torpemente cerrando mi puerta con un portazo.

En el trayecto hacia mi casa nadie hablo, ni siquiera se podía respirar tranquilamente por la tensión extrema que se sentía en el automóvil con un incómodo silencio, intente ignorar la tensión peor no podía, todo ha sido tan rápido, llegada de Santiago que siempre esta atrás de mí, yo no me considero fea pero tampoco bella como las mujeres de las revistas o películas para poder tener a un hombre como él, intento no mantenerme dormida, no comprendo por qué mi cansancio, cada vez que me encuentro en una posición en donde no sé qué hacer o no llego a comprender me convierto en un oso hibernando.

-Bien, ya llegamos- dice frío, ni me había dado cuenta de que ya estábamos fuera de mi casa, me hubiera gustado haberme asustado por saber dónde vivo pero por más que quisiera es imposible por el simple hecho yo estaba en su "territorio", le dedico una sonrisa mientras intento abrir la puerta olvidando el seguro de niños, su mano cubre mi muñeca deteniendo el acto, volteo para ver sus ojos negros un por la furia causada anteriormente- mañana en la mañana pasare por ti, espérame en la puerta- se voltea a mirar enfrente mientras uno de sus gorilas me abre la puerta.

-Muchas gracias, pero no yo sé cómo llegar- y con eso corro fuera del auto para que no empezar una discusión donde sé que él ganaría, abro la puerta del edificio entrando muy dramáticamente pero ni loca me quedaría a esperar su respuesta, mañana tendré que madrugar si es necesario pero no me iré con él.

La noche a llegado con un viento y sus nubes negras, dándome a entender que pasare una noche en frío, me meto al agua artificial regulándola para que salga tibia, donde al mismo tiempo me enjabono el cuerpo pensando ¿qué es lo que ha sucedido realmente?, ha sido tan raro todo en tan poco días mi mundo ha dado un giro de 90º grados, el señor/joven que me sigue a todos lados, me manda, me mueve como él quiere, lo he leído en varias ocasiones en libros, pero nunca me imaginé que me pasara en mi vida, extraño mi vida tranquila, hacer y moverme como quiero, un trueno hace que me asuste, cierro rápidamente la regadera enrollándome con la toalla para poder secarme y vestirme con mi pijama de conejitos es la única que tengo, lo convino con mis pantuflas y calcetas de la misma temática algo infantil pero me gusta estar cómoda y calentita que estar a la moda e incómoda además nadie me visitara.

Ha pasado dos horas desde que me bañe y una hora que la luz se le ocurrió irse gracias a los benditos truenos <<más sarcástica no pude ser>>, mis velas están por desaparecer y mi linterna no durara mucho, me dispongo a dormir a las 10 de la noche, pero cada vez que lo estoy consiguiendo un trueno tiene que sonar para despertarme de sopetón asustándome más de lo que ya me encuentro, llegando a la conclusión que esta será una muy larga noche para mí.

No sé cómo llegue al estado de pensar en sus ojos negros cuando se enoja, sus manos tocando mi cuerpo, la sonrisa que me regalo hoy en la playa, lo guapo que se ve en traje y con esos pensamientos que no debería tener me quedo completamente dormida.

Estoy en una casa vacía, es la mía, se me hace raro ya que había llegado la mudanza hace unas semanas, pero un sonido proveniente de la cocina me pone en alerta y camino hasta aquel lugar donde me encuentro a Santiago sonriéndome, pero no una sonrisa feliz, alegre, simpática, no sino una malévola, haciendo erizar mi cuerpo ante aquel acto.

Solo eres Mia (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora