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Preguntó en el Target usando un inglés precario. Le dijeron que no. Intentó obtenerla en el Wal Mart. Amenazaron con llamar a la policía. En el Walgreens, el guardia lo sacó a empujones exigiéndole que se regresara a su país, aseverando que muy pronto "El Muro" evitaría que otros como él anduvieran mendigando. Finalmente, en una pequeña tienda del Michigan Boulevard le permitieron buscarla dentro de una breve bodega, que olía a orines y a comida frita. El mexicano quería una caja de cartón, una caja grande en la que dormiría esa noche. La caja debía tener tres características imprescindibles. Primero, tenía que decir: "Hecho en México"; para no sentirse tan pinche lejos, para nunca olvidar la nacionalidad de sus dolores, su esqueleto, sus bigotes resecos, sus músculos, sus ganas de coger y su deseo irrefrenable de llenarse las bolsas, los calcetines y las botas de billetes. Segundo, la caja debía tener la leyenda: "Frágil", ¿para qué hacerse pendejo?, así era como se sentía en aquel momento; para qué engañarse a sí mismo si había comido poco y dormido menos, si su cuerpo y su ánima estaban a punto de venirse abajo. Por último, la caja de cartón debía tener una flecha que indicara: "Este lado hacia arriba". De esta forma, al menos, sabría siempre hacia dónde tiene que ir para nunca dejar de elevarse, para llegar a convertirse en un chingón, para llegar a ser un hombre que nunca más tendrá la necesidad de dormir dentro de una caja.

Durmió guarecido de la lluvia. Usó su guayabera como almohada.

Este lado hacia arribaWhere stories live. Discover now