Fragmentos

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CAPÍTULO 1

Despertó tomando una gran bocanada de aire, como si en aquel sueño suyo le hiciera tanta falta.
Llevándose rápidamente las manos al cuello, pudo cerciorarse de que no le ocurría peligro alguno.

En medio de una solitaria calle y a mitad de la noche, él estaba en el suelo agitado y terriblemente confundido.
De alguna forma, él sabía lo que era, pero no el porqué lo era...
Digamos que sabía respirar, mover sus brazos, piernas, incluso caminar y hablar.
Era consciente de ser "algo" pero no sabía el motivo en concreto. Digamoslo simple: perdió la memoria.

Poco a poco fue haciéndose consciente de su alrededor, de sus emociones y sentimientos... hasta que, finalmente llegó a preguntarse

"¿quién soy?", "¿dónde estoy?"

y la pregunta más importante que lo obligó a levantarse de un salto de aquel frío asfalto y salir corriendo de allí

"¿Por qué estoy desnudo?".

Su intrépida carrera no demoró lo esperado, puesto que aún no se acostumbraba a su cuerpo, cayó bruscamente metros más adelante.

Mientras jadeaba intensamente e intentaba levantarse, con las rodillas al piso, él alcanzó a ver con el rabillo del ojo algo que le heló la sangre.

A su derecha, justo en la entrada de un callejón semi-iluminado por las farolas, se podían percibir dos siluetas humanas.

La silueta de mayor tamaño se encontraba encima de la que claramente era mas pequeña. Esta segunda, luchaba con ferocidad, resistiéndose de los brazos de sea quien fuera su atacante mientras lanzaba agudos y desgarrantes gritos suplicantes de ayuda.

Cuando el cansancio desvanecía de su entumecido pecho y su visión se estabilizaba, él pudo distinguir con mayor claridad el acto que se perpetraba en ese preciso instante. Para su infortunio, el cuerpo no le respondió, obligándolo a quedarse inmóvil para contemplar la terrible escena.

El atacante sometió a su víctima boca abajo con su gran mano peluda puesta sobre su cabeza. Esta misma soltó un alarido estremecedor y nuevamente suplicó por ayuda, pero esta ocasión clavando sus ojos lacrimosos sobre la persona postrada en el suelo que la miraba también.

El criminal aún no notaba la presencia de él, sin embargo la persona del llanto lo hizo.
Desde el fondo de su alma y ser, le imploraba con la mirada que hiciera algo para detener eso...

Nuestro amigo quería ayudar, pero estaba atrapado dentro de si mismo, sin poder hablar, parpadear o desviar la vista. Estaba condenado a observar sin poder intervenir.

El agresor totalmente eufórico tomó de su costado un cuchillo probablemente de cocina o cacería, el cual se mantenía oculto de la vista debido al ángulo. Lo alzó al cielo, gritó de una forma tan salvaje y bestial para después enterrarlo con rabia en la mano izquierda de su inocente presa.

Gritos de indescriptible dolor cubrieron la noche, en un pesado manto de agonía.

La increíble fuerza que usó penetró toda la mano hasta el pavimento, dejándola clavada al suelo.

Entonces, pudo desvestir a su víctima sin que esta opusiera un mínimo resistencia. Con lujuria desenfrenada pasó su asquerosa lengua por todo el cuerpo, de abajo hasta arriba, empezó por los pies hasta detenerse lentamente en su oído para susurrarle cosas inaudibles.

El último ápice de esperanza se esfumó junto con aquellas últimas palabras.

-¡PAPÁ, DETENTE POR FAVOR!

Un rudo corte a la yugular logró que gran cantidad de sangre saliese salpicada, cayendo en el rostro del inmóvil ser observante.
Esto hizo que su mente se nublara, perdiendo la consciencia y terminando su cara contra el suelo.

Fisura MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora