Desde mucho tiempo atrás, todos los años en su quinto mes los vecinos de Giureka van al lago negro a ofrecer su tributo a Mur. Para Gulles Bidmar era su primer ritual, había cumplido 18 años una semana antes. Giureka era una pequeña ciudad situada al norte del planeta Atreya. El rito ancestral databa de la era de los primeros hombres y consistía en obsequiar con un sacrificio humano a Mur, Criatura legendaria que todos los años despertaba de su letargo y salía a la superficie para recibir su tributo.
- Te veo un poco pálido Bidmar, cualquiera diría que es la primera vez que vas a ver a Mür... - Bidmar era un muchacho bajito y regordete pero de un gran valor, él había conseguido salir adelante sólo tras la muerte de sus padres, trabajó duro con su tio Smicek y se juró a si mismo no tener jamás miedo de nada, sin embargo ese día lo tenía.
- ¡ Es la primera vez Rémora¡¡ y lo sabes bien porque también es la tuya, no he podido dormir en toda la noche pensando en si me elige a mí ... - pamplinas Bidmar , ¿sabes las posibilidades de que te elija de entre todos los de la ciudad?, Mi padre conoce gente que ha muerto de vieja.. - -Bidmar le cogió de los hombros, algo para lo que necesitó ponerse de puntillas ya que su amigo Rémora era muy alto, mucho más que él, un chaval rechoncho de metro sesenta. - Piensa Rémora, que esa cabeza tuya haga algo más aparte de estar sobre tú cuello.. ¿y si me elige o y si te elige?. Rémora empezó a sentir retortijones en el estómago. -Ya te he dicho Bidmar que no pienses en eso, apenas hay posibilidades. Los dos muchachos siguieron avanzando sin volver a hablar. Los habitantes de Giureka iban en fila por el sendero del bosque que conducía al río, las primeras antorchas se encendieron, el sol empezaba a ponerse por el horizonte. Un grupo de mujeres cantaba la canción de gloria en honor de los ancianos fundadores. El resto de la gente caminaba cabizbaja, sabían que uno de ellos no regresaría a Giureka. Al rato llegaron a un claro que bordeaba las aguas del lago negro. la oscuridad de las aguas comenzaba a fundirse con la de la noche. La comitiva se detuvo. Rémora y Bidmar se quedaron en la retaguardia, estaban asustados. Fue Ginger Duster, el anciano alcalde, el que tomó la palabra rompiendo el fúnebre silencio. - Estimados vecinos, como bien sabéis estamos a punto de obsequiar a nuestro amado Mur con la vida de uno de vosotros, tal es el honor de ser su comida y formar parte de él que no puede compararse con ningún otro placer terrenal en este mundo. Un pájaro graznó y se levantó un viento muy frio. - Maldito viejo, como él no es apto por ser la autoridad... maldijo entre dientes Bidmar,sin embargo su voz resonó como un resorte en el claro. Rémora palideció y el resto de la gente no era capaz de levantar la mirada del suelo. Nadie rechistaba a Ginger Duster, la máxima autoridad de Giureka. De él se decía que era el único con vía directa de contacto con Mur y que gracias a él la bestia seguía respetando el pacto del sacrificio alcanzado en la antigüedad con los ancianos fundadores. A cambio Mur los dejaría vivir en paz durante un año. Ginger se quedó mirando a Bidmar sin decir nada, al parecer el anciano estaba más estupefacto que ofendido. Bidmar le aguantó la mirada, el joven pelirrojo no era propenso a amilanarse, la tensión se cortaba en el ambiente. Ginger sonrió y al fin habló. - Vaya, vaya, el joven Bidmar parece entusiasmado con su primer ritual.. bueno pues hagamos que sea un día inolvidable para él. El gran Mur me está diciendo que Gulles Bidmar sea el encargado de elegir al tributo de entre los chicos de su edad. Se escucharon varios gritos y Bidmar empezó a temblar de impotencia e ira, ¿quien era él para elegir a aquel que debía morir? ¿ acaso podía saltarse el sorteo? unos metros más allá unas burbujas empezaron a emerger en las aguas del lago negro a la vez que un fulgor verde centelleó en los ojos de Bidmar.
En otro lugar de Atreya una chica llamada Daphne era perseguida por un grupo de soldados. Daphne llegó al final de la ciudad y entró en el laberinto de hielo que era la última trampa para impedir que nadie pudiese escapar de Ampuria. Daphne casi sin aliento, corría entre los pasadizos blancos cada vez con menos esperanza de poder huir. Tenía dos posibilidades , una era entregarse y dejar que Miljan macintosh la castigara por robar comida de la taberna del pueblo, la otra era pelear. Daphne era huérfana y como casi toda su aldea, pobre. Macintosh era un tirano que gobernaba con mano de hierro Ampuria y el delito de robo estaba castigado con la pena capital. Daphne se detuvo detrás de una figura de hielo en honor del anciano fundador Miljan Macintosh. Con el corazón en la boca Daphne tomó aliento y arrancó la lanza de hielo de la figura. Estaba dispuesta a pelear por su vida. Cada vez se oían más cerca los ladridos de los perros, los soldados estaban llegando a ella. Casi sin tiempo de reacción Daphne sintió como si un cepo se cerrase sobre su brazo derecho, era un perro. el dolor era insoportable. Trató de zafarse sin éxito del animal que cada vez apretaba más fuerte. Hincó repetidas veces la lanza en el animal sin éxito. Estaba rodeada, los soldados estaban allí y Macintosh también.- Es una pena que una chica tan guapa tenga un final tan horrible pero como diría mi predecesor, quien la hace la paga.. así que que los perros disfruten de su banquete. Un guardia soltó al resto de los perros que se abalanzaron sobre Daphne ávidos de carne. Daphne empezó a perder el conocimiento. De repente las enormes paredes de hielo del laberinto comenzaron a derretirse y al poco tiempo un gran río de agua arrasó con todo lo que encontró a su paso. Los guardias, Macintosh y los perros fueron arrastrados por la corriente y Daphne perdió el conocimiento pero antes de cerrar los ojos un fulgor azul centelleó en ellos.
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El Rito Ancestral
FantasíaCada año un sacrificio humano se celebra en Giureka. Mur una criatura ancestral es obsequiado con una vida y así el pueblo se asegura otro año de tranquilidad. Sin embargo en esta ocasión se presenta un imprevisto y las cosas dan un giro.