I Prólogo

19 2 3
                                    

Regresaba de una fiesta en el muelle, mientras pequeñas gotas de lluvia empezaban a caer y a mojar su sudadera de Taylor Swift -. Una de sus mejores ropas.-, caminaba sin rumbo alguno esperando encontrar una señal sobre a dónde ir, la cual no encontró. La lluvia comenzaba a arreciar y ella a ir a paso rápido, jamás creyó que algo así sucedería. Sus padres debían de estar preocupados pero al parecer eso era lo que menos le importaba en ese momento. Esta fiesta era una de las más especiales de todo el año, ya que la persona responsable, Samantha, usaba una semana entera del calendario para hacer sus increíbles celebraciones.
Pero parecía que el destino no lo quería así. Lunes, le dio gripe; Martes, se que quedó dormida elaborando su exposición; Miércoles, sus "represores" le denegaron el permiso; Jueves, práctica de tennis; y finalmente, Viernes, bueno, fue el día de ayer y tuvo que escaparse para poder asistir.
Mientras recordaba los sucesos que le impidieron ir, un arete en el suelo llamó su atención. Al recogerlo, se dió cuenta de un detalle que no se puede ignorar.
El arete parecía tener unas marcas muy notorias en la piedra preciosa, imaginó que talvez debió de ser un golpe por la caída.
Lo levantó del frío suelo y lo guardó en el bolsillo de sus jeans, cuando volvió a su camino, sus lentes empezaron a mojarse y a empañarse.
-N-No pienses en eso, por favor no lo hagas.
Al quitárselos, se dio cuenta de el gran aumento que estos tenían y simultáneamente lo ciega que estaba.
Así que al caminar, daba pasos cuidadosos pero veloces para no mojarse los zapatos con los charcos de agua que se estaban creando por el desnivel de la acera.
Sus cabellos negros comenzaban a mojarse aún con la roja y descolorida capucha sobre su cabeza.

Cerró por un momento los ojos y se detuvo en medio de la calle, no quería moverse, no quería abrir los ojos aún con el auto que hacía sonar su bocina e intentaba pasar desesperadamente.

Lágrimas empezaban a brotar de sus tristes ojos que ahora recordaban el triste pecado que había cometido.

Esa noche.

Noches de recuerdos, mañanas de olvidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora