La joven estaba profundamente dormida. No estaba siendo fácil despertarla. Como es natural, sabíamos quién era,al menos conocíamos el nombre que le dieron. Pero el Yo más profundo de la mujer se traslucía. Agrandamos los ojos, como cuando intentamos ver al Sol fijamente, era un alma pura. Fue entonces que decidimos no despertarla, dejarla ajena a lo que haríamos...