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Orfeo querido, mi silueta escapó de tus manos, pues sólo el reflejo propio puede resucitar al alma caída.
O eso al menos creía, ya que si hoy soy sincera, mi cuerpo asfixiado en la sima del mundo me amaga sin freno con cada paso que doy; y el mar que hacia arriba parece infinito doblega mi voluntad.
A pesar de ello, cuando escucho tu grito velado por el agua, pareciera que las profundidades se azularan despacio; que el aire volviera a mi pecho frustrado, despertando a mi mente de las sordas tinieblas.
Quizá, dulce compañero, no puedas llevarme de la mano al mundo de los vivos. Pero puedes hundir tus susurros desnudos para que besen mi boca y la llenen de oxígeno redentor, para que me recuerden, ahí abajo, que existe algo como la tierra, como el cielo, algo como tú...

Mis versos JLHEB♤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora