Multitud

102 5 1
                                    

Avanzaba entre la multitud. Todos estaban tristes, lloraban. Todos vestían colores oscuros. Parecía una especie de uniforme de un colegio algo tétrico. Intentaba averiguar la razón de esa tristeza en masa, de ese llanto desconsolado que atacaba a todo el grupo, como una pandemia.

Pasaba entre la gente, que la empujaba, era víctima de codos asesinos que se lanzaban hacia ella como flechas lanzadas sin ningún objetivo claro. Nadie parecía notar su presencia, era completamente invisible para los ojos ajenos. Paró delante de una chica, que parecía más emocionada que el resto de la multitud. La miró durante unos segundos, y ella siguió inmersa en su profundo llanto. Intento hablarla pero sus labios no se abrieron. Lo volvió a intentar, sin éxito. Quiso gritar, correr, saltar, alejarse de aquel horrible lugar.

Golpeó a la chica repetidas veces, sin ninguna respuesta por su parte. Miró a su alrededor. Todo el mundo cerró sus ojos, como si lo hubiesen ensayado. Al mismo tiempo, los párpados de cada integrante de la multitud, se cerraron. Ella estaba asustada. La multitud comenzó a abrir sus ojos, lentamente. Y de dónde antes brotaban lágrimas, ahora resbalaba una gota de líquido rojo intenso. Una gota de sangre bajaba por la mejilla de todas aquellas personas, hasta llegar al final del rostro y caer al suelo.

Todo esto la asustaba. No sabía cómo había llegado hasta allí ni por qué toda esa gente actuaba de una manera tan rara, como sincronizados por un reloj. Corrió. Corrió lo más lejos y lo más rápido que fue capaz. Torpe de ella, que no vió el abismo hacia el que se acercaba. Tampocó lo vió cuando tropezó y cayó dentro de él. No sabía que hacer. Se precipitaba al vacío, sin saber como actuar. Cerró los ojos, deseando que la caída fuese rápida.

Tardó mucho en aterrizar, y cuando lo hizo fué de una manera suave y nada dolorosa. Estaba tumbada en el suelo, mirando hacia arriba, dónde la multitud la observaba, mirando hacia abajo, y sonriendo. Quiso levantarse e intentar salir, pero le fue incapaz moverse. Giró la cabeza con dificultad y observó que se encontraba en una cama.

¿Una cama?... Espera, eso no era una cama... Si no un ataúd. La expresión de su cara cambió a una mueca de pavor mientras, que arriba, el grupo de personas la arrojaban rosas blancas, que cuando llegaban hasta donde ella se encontraba, habían cambiado de color y estaban teñidas de un rojo intenso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 19, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Los sueños... Sueños son.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora