Dia de blanco

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Eriol salió del baño aun secándose el cabello con una toalla, era un caluroso día de marzo y nada mejor que una buena ducha para comenzar el día; sin embargo lo que le esperaba en su cama era todavía mejor.

En los últimos meses Tomoyo se había vuelto más confiada que antes, y eso le encantaba. La amatista estaba sentada en su cama leyendo Fausto, recomendación que le había hecho el guardián de Eriol. Después del encuentro que habían tenido ella se había vuelto más sensual de un modo no planeado, era como si no hiciera consciente lo que provocaba en el inglés al verla allí sentada en SU cama, con las piernas cruzadas y la falda un poco arriba de los muslos, además del cabello recogido con un lazo azul, su color favorito.

-Buenos días Eriol.- dijo al percatarse que él la miraba fijamente aun con la toalla en la mano, apenas y había despegado la vista del libro y la había regresado prontamente, al parecer estaba en una parte muy interesante.

-Good morning Darling, la próxima vez que vengas puedes entrar al baño, no me molestaría para nada, siéntete en libertad de hacerlo.- dijo sonriente.

Tomoyo lo miró pensativa, sin atisbo de sonrisa o sorpresa, como si lo estuviera meditando.

-Eso sería hacerte muy feliz Hiraguizawa y no estoy segura que te lo merezcas.- le sacó la lengua de forma juguetona y guardó el libro en su mochila.- apresurémonos o llegaremos tarde.

Eriol miró entonces el reloj que había en la pared mientras quitaba su saco de la percha, en realidad no era tarde, incluso para su puntualidad inglesa aún quedaba tiempo.

-¿Ocurrió algo?- se movía rápidamente por toda la habitación, si bien se había vestido dentro del baño (de haber sabido que Tomoyo estaría esperándolo no lo hubiera hecho) aún le quedaban algunos toques de vanidad.

-No quería estar en casa.- le dijo tranquilamente mientras lo miraba arreglarse.

Eriol la miró de golpe, esas palabras le expresaban una verdad a medias, observó su semblante, siempre impávido y sus ojos se cruzaron, él soltó la loción y fue a estrechar a su muñeca en brazos, sólo entonces Tomoyo se permitió relajarse y dejarse absorber por la atmosfera, unas cuantas lagrimas rodaron por sus mejillas mientras sentía el cálido cuerpo de su novio sosteniéndola.

-¿Volvieron a pelear?

-Otra vez por culpa de la secretaria.

Eriol suspiró molesto y depositó un beso en su frente.

-Puedes estar aquí el tiempo que sea necesario, sabes que me encanta verte corretear por mi casa, y lo mismo va por parte de Spinel y Nakuru, has sabido ganártelos y puedo asegurar que te aprecian.- le dijo en un susurro haciéndola sonreír al sentir su aliento en la oreja.

-Si sigues dándome tantas libertades terminaré por confeccionar un vestuario para Spinel.- le dijo a modo de broma.

-Ya veremos si él está de acuerdo.- dijo sonriendo- Bajemos a desayunar, te prepararé un desayuno típicamente inglés.- la tomo de la mano y bajó con ella, aun riendo.

Entraron juntos al patio de la escuela, tomados de la mano, él con la mochila de su novia al hombro y la suya en la mano desocupada, ella sonriendo como de costumbre; ganándose las miradas de todos. Desde el origen de su relación, incluso antes, siempre habían llamado la atención ¿quién no miraría a dos personas con tan bello porte? Ella parecía una princesa, nacida en alta cuna con piel de porcelana y ojos amatista, largo cabello negro y un gusto por la moda que se veía de lejos, esto aunado a un gusto por lo sofisticado, por lo inglés; tanto que hasta su novio era uno. Eriol era la encarnación del tan anhelado príncipe azul, llegaba de una tierra distante, con ese maravilloso acento y esos modales que hacía que las chicas enloquecieran. Ese cabello azul a juego con los ojos enmarcados por las misteriosas gafas y la sonrisa terminaban por delinear lo que sería el adonis de la preparatoria Seijou; claro, eso era lo único que veían aquellos incautos que no conocían su verdadera naturaleza.

un reto para shaoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora