Parte 20

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20. I'M WAKING UP TO US

"And now the understanding's gone

I haven't changed, how could I

I'm pretty much the same person

I cannot keep the anger hidden anymore"

I'm waking up to us. Belle and Sebastian.

Agoney

La vuelta al colegio después de las vacaciones supuso un pequeño jarro de agua fría tras haber pasado probablemente los mejores días de mi vida en Tenerife con Raoul. Llegamos a casa el martes y decidimos salir a cenar porque no teníamos nada decente de comer en ninguno de los dos apartamentos y, cuando entramos al restaurante, el jefe de estudios volvió a comportarse distante como siempre. No me importaba tanto en el día a día, porque los momentos de intimidad eran tan perfectos que me compensaban sobradamente la frialdad y la incomodidad que notaba en él cuando estábamos en público, pero cuando lo volvía a percibir, una leve punzada en el corazón, me hacía notar que me dolía más de lo que quería aparentar. En todo caso, no quería darle mucha importancia al tema, ya que prefería y necesitaba focalizar toda mi atención en organizar las dos charlas sobre sexualidad para que fueran interesantes y revulsivas.

Cuando entré en el despacho el miércoles antes de salir, Amaia, Alfred y Raoul estaban enfrascados en una discusión.

-Hasta las narices de la estadística todos los años – rezongaba el jefe de estudios desde su mesa, con la cabeza enterrada en el ordenador. – Dime tú para que les sirven estos datos.

Amaia y Alfred, ambos sentados en la mesa contigua a la del maestro, y que correspondía a la directora del centro, revisaban y marcaban folios dándole la razón. Saludé a los tres, que simplemente me correspondieron con un gesto de cabeza y, sin querer interrumpir más, le pregunté a Raoul escuetamente:

-¿Quieres ir a comer hoy?

El chico, seguía con los ojos fijos en la pantalla, tecleando sin parar, y sin pensar demasiado me respondió para no desconcentrarse:

-No, guapo, voy a acabar esto, nos vemos luego en casa.

El silencio que se hizo en la sala fue lo que consiguió que Raoul apartara la vista del ordenador por fin. Miró a un lado y al otro, primero a ellos, luego a mí, a ellos otra vez, para acabar preguntando:

-Lo he dicho en voz alta, ¿verdad? – Los tres asentimos al unísono y el muchacho gimió.- Tranquilos que no se va a enterar nadie.

-Raoul, estamos sorprendidos, no intranquilos. No me imaginaba que tú... - La directora nos miraba alternativamente, y su gesto se transformaba de la incredulidad a la ternura – O sea, no me imaginaba yo que... pero, de verdad, me alegro un montón. Me parece muy guay que estés con alguien

- Joder, no con alguien, ¡con Agoney! – suspiró Alfred

- ¿Alfred? - la directora observó extrañada al secretario, que tenía una mirada ensoñadora.

-¿Qué?

- Nada. Raoul quita esa cara, que estamos entre amigos. De aquí no sale si vosotros no queréis ¿De acuerdo? - el muchacho asintió con la cabeza, un poco más sereno - Y ahora, ¿puedes sonreir un poquito para que vea que estás bien y sigamos trabajando?

El chico compuso una mueca extraña a la vez que me guiñaba un ojo, lo que hizo que todos nos echáramos a reír. La directora se levantó a por un papel que estaba en la mesa del jefe de estudios y aprovechó para revolverle el pelo dulcemente.

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