Miro hacia el cielo y trato de verte entre tantas estrellas, busco entre las sombras tu imagen perdida.
Dibujo tu rostro en las nubes que veo pasar, viajando sin rumbo fijo y, guiándome por la luna, le pregunto:
¿Dónde estás?
Y enseguida mi pecho se agita dándome la respuesta con una lágrima derramada que me hace comprender de nuevo: No estás aquí, permaneces en mi corazón.Por eso, aquellos que se han ido nunca nos abandonan, permanecen en nosotros, en nuestro corazón y en todo lo que junto a ellos recordamos. Es cierto que con ellos se llevan su esencia, pero junto a nuestro corazón permanece aquello que nunca podremos olvidar: la maravillosa experiencia de haber compartido nuestra vida.
Me gusta revivirte en mi mente, verte en el cielo e imaginar que me sonríes cada noche. Muchas veces imagino que me guiñas un ojo y que me haces cómplice de tus miradas, como hacías cuando estabas aquí.