El Principito

IX: LA SERPIENTE

Llegó a la tierra.

 La tierra no es un planeta cualquiera. Se cuentan allí ciento once reyes,siete mil geógrafos. Novecientos mil hombres de negocios, siete millones de hombres que beben para olvidar y trecientos once millones de vanidosos. Es decir, al rededor de dos mil millones de personas grandes. Sin embargo, el Principito quedó bien sorprendido al no ver a nadie. Temía ya de haberse equivocado de planeta, cuando un anillo de color de luna, se revolvió entre la arena. Era una serpiente. 

—Buenas noches —saludó el Principito. 

—Buenas noshesss —dijo la serpiente. 

—¿En qué planeta he caído? —preguntó.

—En la tierra —respondió el animal—. En África. 

—Ah, ¿y no hay nadie en la tierra?

—En los desiertos —dijo, mirándolo profundo—, no hay nadie.

El Principito se sentó sobre una piedra, y levantó los ojos al cielo. 

—Me pregunto si las estrellas están encendidas a fin de que cada uno pueda encontrar la suya algún día. Mira —dijo a la serpiente—, ahí está mi planeta. Parece que está junto a nosotros; pero qué lejos está. 

—Qué hermoso esss —habló el reptil—. Pero... ¿qué vienesss hacer aquí?

—Me he disgustado con una flor  —hizo saber—. Pero dónde están los hombre. Se está un poco sólo aquí en el desierto. 

—Con los hombres también se está solo —respondió. 

—Eres un animal raro —sonrió el príncipe—. Delgado como un dedo.

—Sí, como un dedo sí —respondió—. Pero soy más poderosa que el dedo de un rey. 

—No eres muy poderosa —dijo el Principito—. Ni siquiera tienes patas. Ni siquiera puedes viajar. 

La serpiente susurró.

—A quien yo toco, lo regreso de la tierra de dónde salió. Pero tú eres puro. Vienes de una estrella. Me das lástima. Tan débil sobre esta tierra de granito. Si algún día extrañas demasiado a tu planeta, ven. Ven a buscarme. Yo puedo ayudarte. 

—¿Por qué hablas siempre con enigmas? —preguntó el príncipe. 

—Porque yo los resuelvo —respondió—. Todos.

Los dos quedaron en silencio.