Trevor.

01.Katherine

—¿Es necesario ir al campamen... a esa mierda?—Pregunto a mi padre con algo de resentimiento.

—Sí, entrando a ese campamento es la única forma en la que podrás estudiar en la MVA.—Contesta mi padre, acariciando su mandíbula y enarcando una ceja.

—¿Por qué tengo que entrar a ese dichoso instituto? El primo de Rei dice que es una auténtica mierda.—Me río.—Pensaba que sólo querías lo mejor para mí, padre.—Tamborileo el mango de mi maleta nervioso. Sé que es casi del todo imposible convencer a mi padre de algo.

El claxon de una furgoneta suena proveniente de fuera de mi hogar, mi padre se limita a darme un abrazo y a acompañarme a la puerta sin siquiera acabar la conversación.
¿Esto es todo? ¿Estoy condenado a pasar mis preciadas vacaciones de verano a los quince en un maldito campamento de verano lleno de críos?
Definitivamente, esto no me puede estar pasando a mí, no a Trevor Blash.

Me dirijo a la furgoneta negra de mala gana y arrastrando mi maleta, parece que me vayan a secuestrar por la apariencia vulgar del conductor.

Cuando subo, me siento en la penúltima fila, justamente al lado de una chica de pelo marrón y ojos pardos. No está nada mal, a decir verdad, sin embargo tiene una cara de antipática y de egocéntrica que hace que se me quiten por completo las ganas de entablar una conversación con ella.
Me mira de reojo cuando le miro fijamente, enchufa el mini jack de sus auriculares negros a su móvil y me mira enarcando una ceja.

—¿Por qué me miras? ¿Quieres un autógrafo?—Pregunta con ironía, niego con la cabeza.

—No. Bueno, soy Trevor, ¿y tú, muñeca?—Cuando acabo la frase la chica estalla a reír. Sus carcajadas son realmente sonoras pero su risa tiene un atisbo adorable.

—¿Muñeca?—Pregunta y vuelve a reírse.—Anda, cállate antes de que te coja asco, subnormal.—Dice y se coloca los auriculares en sus orejas.

Le arranco los auriculares y me mira sorprendida, los llevo a otro extremo, con mi otra mano para que ella no pueda alcanzarlos.

—¿¡Qué te pasa!?—Pregunta y exclama a la vez. Por su tono, sé que está cabreada.

—No me has dicho tu nombre.—Digo y sonrío mostrando los dientes. Ella me mira terriblemente mal.

—Soy Katherine Grey, pero me vas a llamar Kath. Porque si no lo haces pisaré tus...—Le tiro los auriculares en la cara antes de que termine la frase.

—Es suficiente, gracias.