Capítulo 4.1

433 63 34
                                    

Las semanas continuaron con su transcurso habitual hasta que llegaron las vacaciones de invierno. Las cuales eran conformadas por un pequeño periodo de 10 días que abarcaba los últimos días de Diciembre y los primeros días de Enero.

Este periodo existía para poder descansar de lo mucho que nos esforzamos estudiando.

A quien engaño, el motivo real de las vacaciones estaba en celebrar el año nuevo.

Era un tranquilo martes 1º por la mañana.

¡Feliz año nuevo!

El sol salió. De acuerdo al canal del clima, iban a haber tres días soleados seguidos. Pero a pesar de eso, había un clima gélido y con mucho viento.

Cuando abrí los ojos y miré mi reloj, pude ver que eran las 10:00 am.

Traté de levantarme de un solo salto, pero un fuerte dolor de cabeza me hizo perder el equilibrio, haciendo que mi cabeza regresara a apoyarse contra la almohada de un solo porrazo.

-Agh-

Mi cuerpo se sentía muy pesado y mi visión estaba algo borrosa.

Puse mi mano sobre mi frente. El calor de mi frente se trasmitió hasta la palma de mi mano.

-No puede ser cierto-

Tenía fiebre.

Y, a juzgar por la sensación de calor, debía ser bastante alta.

Pese a todo el malestar, controlé el impulso.

Mi cuerpo sentía frio, a pesar de estar abrigado. Aun así, reuní fuerzas para levantarme de mi cama e ir en busca de un termómetro al botiquín que había en el baño.

Me di una rápida mirada al espejo, pude ver que tenía las mejillas rojas y que mis ojos estaban algo desenfocados.

Esto no es bueno.

Pensé mientras regresaba a mi cama para poder medirme la temperatura.

Luego de unos segundos el aparato hizo un pequeño sonido indicando que ya tenía mi temperatura exacta.

-Ugh. ¿En serio?-

[38.7°]

-Definitivamente cogí un resfriado-

Recostando mi dolido cuerpo en mi cama, me abrigué con las sábanas para contrarrestar el escalofrío.

Que buena manera de empezar el año.

Léase con sarcasmo.

No pasó mucho tiempo para que mi familia se enterara que me había enfermado.

Ellos terminaron llamando a un doctor.

Después de cerca de una hora, el doctor llegó para echarme un vistazo y terminar llegando a una conclusión.

Era un resfriado de estación causado por el frio de las noches.

Tienes que estar bromeando.

Existen mejores días para enfermarse, como por ejemplo un día que tenga clases o un día de exámenes.

Pero, ¡¿cómo es posible que me enferme en un día libre?! Y peor aún, siendo año nuevo.

Por lo menos, si me iba a enfermar, que hubiera sido durante el mes que me tocó hacer la limpieza del laboratorio de investigación.

Luego de darme un par de pastillas con las que, según él, serían suficiente para que bajara el malestar en unas horas; el doctor dijo que a pesar de que lo que tenía no era nada de qué preocuparse, lo mejor era que no hiciera otra cosa que no sea descansar.

Bueno, ya es oficial que hoy no podré hacer absolutamente nada.

Esto es fantástico.

También léase con sarcasmo.

Antes de irse, el doctor le deseó un muy buen año a toda mi familia y dejó un par de antibióticos y medicinas, solo por si la fiebre empeoraba.

-Si todo esto es lo que necesito para tratar un resfriado, no quiero ni imaginar como será una enfermedad más grave-

Ahora el problema estaba en que, a pesar de que yo solo necesitaba, y quería, dormir; habían personas en la casa que, sin parar de insistir, decían que querían quedarse a cuidarme.

¡¿Cuidarme?! ¡¿Cuántos años creen que tengo?!... ¡¿7?!

Con un mini-sermón, logré convencerlos de que mi resfriado no era algo que necesitara de "cuidados intensivos". Así que, continuando con sus rutinas diarias, fueron alistándose para salir.

Ellos tenían que asistir a la elegante e importante reunión de la compañía que se celebraba todos los años.

No debían faltar solo porque me enfermé, ¿no?

Al final se fueron, dejando la casa para mí solo, ya que así podría descansar mejor.

Obviamente prepararon algo de comer para mí antes de irse.

Si iba a morir, que sea de enfermedad y no de hambre.

Después de darle un par de golpes a mi almohada para que se ablande, acomodé mi cabeza en ella.

-Bueno, el doctor dijo que lo mejor sería tranquilizarme y descansar. Así que dormiré un rato-

Me acurruqué una vez más en mi cama y me cubrí con unas sábanas. Luego de contemplar por unos minutos el techo de mi cuarto para conciliar el sueño, cerré mis ojos para descansar un rato.

-¡Ah!... No puedo negar que no hay mejor medicina que un buen descanso-

Nota mental.

Ahora sí creo que debería dejar de desvelarme para jugar mis videojuegos.

O por lo menos cerrar la ventana por las noches.

Wakamono: tiempo para el amor... y la idiotez (Volumen 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora