Sueño de una muerte

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 Chopin no tardó en darse cuenta que estaba soñando porque, bueno, ni siquiera recordaba haber despertado de la siesta. Y la lluvia fría que caía sin mojarlo, junto a la oscuridad profunda, sólo podía ser un reflejo de su atribulado subconsciente. 

Caminó hacia un árbol lejano que estaba seguro no haber visto antes, como tampoco el grupo de sombras negras que estaban debajo de él. Cada vez más definidas, con cada paso que daba hacia ellas se convencía más de que eran seres comunes.

Un grupo de personas vestidas de negro reunidas bajo un árbol. «¿Qué tan mal estoy para soñar con funerales?» pensó con algo parecido a la resignación. Un sollozo lo sacó del trance, y entonces lo vio, arrodillado en medio de dolientes sin rostro, la única figura que reconocería a la perfección incluso en sueños.

— ¿Franz, qué sucede? Espera, ¿por qué has vuelto a ser hombre? ¿Y por qué estás llorando?

 Chopin no recibió respuesta y escucharlo sollozar sólo provocaba que se sintiera más inquieto. El corto cabello claro de su amigo Liszt se agitó cuando volteó a mirarlo y le dijo con voz entrecortada:

— Es tu funeral, Chopin.

Despertó agitado y sudoroso, temblando de frío, o tal vez de la impresión; el monitor de su PC brillaba encendido en medio de la oscura habitación. Chopin tomó un momento para tranquilizarse y respiró hondo. «Sólo un sueño, no fue real» se repitió a sí mismo.

Pero en el fondo conocía que un día, hace años, había sido real.  

Recuerdos, sueños y musik [Libro 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora