En manos de un demonio sxs

Final aternativo

Desolado.

Desolado estaba el antiguo Reino Dorado, después de soportar dos guerras, las dos iguales de sangrientas, el Reino perdió su luz propia y se quedó sumido en la mas abisma oscuridad.

Oscuridad.

Y el dueño de tanta oscuridad era el Demonio.

El Demonio ufano de su victoria galopaba con sus hombres dejando atrás ese triste lugar.

Siempre mirando hacia delante y nunca mirando hacia atrás.

Una sonrisa surcaba su rostro, una sonrisa que dejaba paralizado.

Los bosques, los ríos quedaban atrás ya que el Demonio ansiaba llegar a su hogar donde le esperaba su amado ángel que le esperaba ansioso, un ángel que vivía en cautividad, en donde él era su dueño.

Ese mismo día a miles kilómetros, se encontraba Sakura que jugueteaba nerviosa con su pelo mirando con nerviosismo por la ventana, esa ventana que daba al mundo exterior, en donde estaba Shaoran.

-Princesa.- dijo Naoko acercándose a Sakura y sacando a ésta de sus pensamientos.

-Dime, Naoko, ¿Qué es lo que queréis?- preguntó ella sonriendo.

-Su hermanito Toya, esta muy inquieto y creo que desea verla.

-Tráemelo, por favor.

A los pocos segundos llegó Naoko con el pequeño Toya, que al ver a Sakura empezó a agitarse en el regazo de la nodriza y Sakura abrió sus brazos para coger a su hermanito.

Al ver la escena de amor entre los hermanos, Naoko los dejó a solas. Sakura, con el pequeño en sus brazos, salió a la terraza de su habitación y se sentó en una silla que había allí.

-Mi pequeño niño, ¿sabes tú quien fui? ¿Sabes tú que es lo que me pasa? Toya, ojala pudieras hablar para decirme que me pasa, que es lo que pasó, por qué siento esta opresión en el pecho, porque siento que esta mal amar a Shaoran.- dijo ella al pequeño mientras éste lo miraba con sus grandes ojos cafeses.

-Mamá.- dijo Toya acariciando la mejilla de Sakura que estaba húmeda por las lágrimas que salían de sus ojos.

-Tranquilo mi niño, ya no voy a llorar más, por ti, mi amor, eres lo que mas quiero en esta vida.- dijo ella abrazando a su hermanito. Un abrazo lleno de calidez, de amor y de inocencia.

Un amor puro de dos corazones que habían sufrido mucho.

Era media tarde de la mañana siguiente cuando a los lejos de la Fortaleza se escucharon trompetas del ejército del Demonio, Sakura que en ese momento estaba jugando con Toya, alzó la mirada y cogiendo a su hermanito salió al pasillo con paso apresurado.

Con cada paso, el corazón de Sakura latía con más rapidez.

Salió al jardín y esperó a que las puertas de la gran Fortaleza se abrieran para dejarlo ver.

Las puertas se abrieron y dejaron ver a un gran caballero con una gran armadura negra que solo dejaba ver los grandes ojos caférojizos que estaban fijos en ella.

Sakura sintió miedo al verlo, un miedo irracional que salía de su interior.

No podía dar un paso, esos ojos, esa armadura le imponían, le hacían sentir pequeña e indefensa, como si el fuera un gran león y ella su pequeña presa.

Shaoran se bajó de su caballo y se quitó la armadura dejando ver las duras facciones de su rostro y se acercó a ella con la seguridad que le caracterizaba.

Cuando estaba a un palmo de ella, sus fríos ojos cafesrojiso se llenaron de una calidez, de un brillo especial que acalló los miedos de Sakura y con Toya aun en sus brazos se acercó a él y lo besó en los labios con suavidad y delicadeza.