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Mis puños apretados, mi mandíbula tensa y mi rostro inyectado de furia no daban mucho de qué hablar, era bastante notorio lo que me pasaba, me sentía impotente, enojado y lleno de rabia, sentía una necesidad enorme de que mi puño se estampara en el rostro de Mauricio, él estaba a punto de besarla y ella no había hecho nada para alejarlo ¿Dónde quedo su inseguridad ahora? Definitivamente no lo sé.

Ella se encuentra mirándome expectante y sorprendida pero en su mirada puedo ver algo de alivio, quizás ella no quería besarlo pero no sabía cómo rechazarlo, después de todo, él es un imbécil que la conoce desde pequeña, según su hermano me ha contado y ella le tiene mucho cariño.

Adrian por su parte tampoco se encuentra muy contento con la situación, me ha dicho que Mauricio no se le hace una persona conveniente para karol y que preferiría mil veces que ese lugar lo ocupara yo, sinceramente al principio lo veía como una broma, pero conforme el día a transcurrido me doy cuenta de que no es así.

Pero, lo que si se es que no debería importarme que ella se bese con el o con quien sabe cuántos más, sé que no es esa clase de chica y ha sufrido demasiado pero no debería de importarme de esta manera.

Por fin ellos salen del trance en él se habían metido y, al igual que Adrián y yo, mantienen la mirada fija y sin apartarse, por mi lado observo a karol de manera penetrante y ella a mí, Mauricio mantiene la mirada clavada en mí y Adrián en él, hasta que ella rompe el contacto visual con migo y adquiere un color carmesí en sus mejillas, se está sonrojando ¿Por qué se está sonrojando?, no puedo evitar que la furia crezca en mi de solo imaginar a ese cara de pato besándola, simplemente es algo inconcebible para mí.

Me mira apenada y desvía sus ojos a Adrián de manera rápida, poco después y sin yo mismo ser consciente de lo que estoy haciendo me veo caminando con grandes zancadas hacia el cuerpo del cara de pato, conforme me voy acercando mis puños se cierran y aprietan cada vez más, logrando que mis nudillos se tornen blancos, Adrián me toma de un hombro pero me zafo de su agarre y llego colocándome enfrente de ese bastardo, lo tomo fuertemente de la camiseta con mis dientes ya rechinando de tanto apretar la mandíbula, su mirada se torna confusa y alerta, en cambio la mía esta inyectada de sangre y el fuego corre por mis venas de manera rápida, incitándome a de una vez partirle la cara.

Mauricio: ¿quién demonios te crees que eres ruggero, suéltame!?- exige tratando de zafarse de mi agarre pero claramente soy más fuerte que el

Ruggero: escúchame con mucha atención, no quiero que vuelvas a acercarte a karol o te juro que te partiré la cara- digo desafiante y este me lanza una mirada envenenada

Miro un momento hacia karol, y esta con la mirada sorprendida, creo que mis palabras la tomaron desprevenida y sinceramente a mí también, tiene un atisbo de angustia y, a juzgar en la forma como me está mirando, puedo deducir que está intentando analizar mis palabras

Mauricio: hablas como si fuera algo tuyo y claramente eso no es cierto- escupe soltándose de mi agarre- además- se acerca a mí- no me alejare de ella ¿sabes porque? Porque ella parece disfrutar mucho de mi cercanía o... ¿viste que se haya alejado?- pregunta susurrando, para que solo él y yo escuchemos, con una sonrisa burlona en sus labios, logrando que mi ira llegue a un limite

Y sin contenerme más.

Estampo mi puño en su cara

Bien merecido te lo tienes, imbécil

(...)

Mauricio se estrella contra la tierra de la finca, ese golpe lo tomo desprevenido, y como no, si hasta mí me tomo desprevenida.

Ruggero se abalanza contra él y propina otro golpe en su rostro, miro a Adrián llena de angustia por lo que está pasando mientras Mauricio corresponde cada puñetazo que lanza ruggero hacia su rostro, mandíbula o estómago y sinceramente no sé cómo va a terminar esto.

Dame tu Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora