Capítulo 2

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A la mañana siguiente, Sana sale de su habitación caminando con dificultad, sin poder afirmar su pie lastimado debido al accidente, un parche blanco adorna su frente ocultando la herida.

Entra forzosamente a la cocina y ve la espalda de su padre quien está lavando algunos trastes.

El señor Minatozaki, al escuchar los pasos de su hija, gira un poco su cabeza y mira a Sana por un par de segundos sin expresión alguna, antes de volver a fijar la atención en los trastes nuevamente.

Sana sabe que su padre está decepcionado de ella por lo ocurrido en la noche anterior.

Sana lo mira por varios segundos en silencio –realmente no sabe que decir pero odia aquél tenso ambiente que invade la cocina. Su padre por lo general es más expresivo hacia ella, esta vez no– rueda hacia atrás una silla de la pequeña mesa de la cocina, se sienta cuidadosamente para no lastimarse y mira nuevamente la espalda de su padre, respira profundamente armándose de valor y dice "Papá... me duele mucho la pierna" llamando la atención del hombre.

Como respuesta solo obtiene una mirada llena de indiferencia, "No creo poder ir a la iglesia" agrega, esta vez mirando su tazón lleno de cereales.

Su padre se apoya en el mesón pensativo, suelta un suspiro silencioso, se voltea y avanza hacia la mesa donde está Sana, "¿Y si mejor llamas a tu madre?" propone con seriedad.

Después de escuchar aquella sugerencia; Sana siente un ardor en su pecho, es rencor. Antes de responder, muerde un costado de su mejilla por dentro y responde con un frío "No."

Su padre la observa en silencio, "No hablare con ella, de ninguna forma. ¡No lo haré!" contesta con repudio.

"Sana, tienes que arreglar las cosas con ella. Ella es tu mamá. La necesitas." aconseja el hombre con determinación (ocultando su desespero). El realmente no sabe cómo manejar la situación, siente que Sana se le está saliendo de las manos.

Sana mira a su padre antes de mirar nuevamente su tazón, inquieta

En la iglesia bautista Daejon Dae Heung de Corea del Sur, el reverendo Hirai da inicio a la prédica, mirando desde el altar a la multitud en frente de él, "Agradezcamos que hoy," comienza hablando a través del micrófono, "el Señor salvó la vida de una joven y oremos por las vidas de los otros involucrados que claramente se nota que no están en el camino correcto."

Dahyun en uno de los reclinatorios, traga en seco, sintiéndose apaleada por tan duras palabras y mira hacia la otra fila, inspeccionando el semblante de Sana; el cual no le transmitía nada.

Por supuesto después de escuchar aquellas palabras, el señor Minatozaki sabe que van dirigidas para Sana y su círculo de amigas. El hombre mira a su hija, prácticamente juzgándola y Sana no tiene necesidad de mirarlo de vuelta, puede sentir la mirada.

Sana se desliza un poco en el reclinatorio intentando ocultarse y finge interesarse en las puntas de su cabello.

Después de haber terminado de hablar, el reverendo Hirai mira a los coristas a un costado del altar y asiente, indicándoles que podían comenzar con la alabanza.

El piano comienza a sonar.

Entre el grupo de los coristas está Hirai Momo; la adorada y única hija del reverendo, mirando hacia el centro de la iglesia y a cada una de las personas presentes.

Por un momento fija su mirada en Sana, quien simplemente se dedica a observar las puntas de su cabello.

Los coristas se levantan simultáneamente, Momo se acomoda su largo atuendo como servidora (una tunicela blanca), abre su folder verde al mismo tiempo que sus compañeros y comienzan a interpretar la letra de la alabanza Let Your Light Shine on Me.

you in my heart; samoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora