La historia de Ronald

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Volvía muy tarde del trabajo, y como cada vez que esto sucedía, mi esposa muy seguramente iba a molestarse conmigo, pero no era mi culpa, ¿como hacerle entender que todo el trabajo que hacia era para mantenerla a ella y a mi hijo?
Apenas puse un pie en la casa ella comenzó a gritar, cosas como "¡¿Ves la hora que es?!", " ¡Me estas ocultando algo!", "¡no te creo que hayas estado en la oficina, ¿con quien estabas?!".

Venia tan cansado de todo que no tenia animo de discutir con ella, así que le explique pacíficamente que había estado trabajando, pero que hablaría con ella mañana por la mañana para comprobarselo. Caminé a la habitación, no sin antes ver a mi pequeño Francis, de 3 meses de edad, pasaba tanto tiempo fuera que había olvidado lo hermoso que era su rostro cuando descansaba, estaba tan feliz con mi hijo, no podía describir todas mis emociones estando a su lado.
Luego de pasar a verlo me dirigí a la habitación y me acosté en la cama, esperando descansar por fin, cuando un grito de mi mujer me puso alerta, no era un grito de enojo, sino de terror.
Me levante precipitadamente de la cama, cosa que hizo que mi pierna golpeara con el mueble donde se encontraba el despertador, maldije por lo bajo, corrí hasta ella y observe la escena.

Una mariposa negra había entrado a la casa, ella tenia la costumbre de gritar cada que veía esa clase de criaturas en la casa, quizá un mal recuerdo del pasado, o tal vez las supersticiones de su padre.
Mi suegro solía decir que las mariposas negras traían el hambre, la peste y la muerte con ellas, no sabia si reír o molestarme por lo que sucedió, pero de nada servía amargar mas mi noche.

Me acerqué y con cuidado saqué a la mariposa de la casa, era una criatura inofensiva, no tenia sentido hacerle daño.
Después de eso, convencí a mi esposa de ir a la cama, ella aun con el miedo en el rostro aceptó, y ambos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente comenzamos como siempre la rutina, por alguna razón Francis no había llorado en toda la noche, ni siquiera parecía que estuviese ahí, algo menos de que preocuparnos durante la noche, los dos dormimos muy bien.
Mi esposa se levantó a mi lado, iba a preparar el desayuno, y de paso lanzarme sus enojos nuevamente.

Esperé a que el desayuno estuviera listo, mientras ella me pedía pasar mas tiempo en casa, menos en el trabajo, o que consiguiera otro empleo donde pudiera estar segura de que me vería al menos la cara por un buen rato y no le pusiera los cuernos.
Pude haber continuado con la pelea de no ser porque noté un detalle extraño... El bebé no había llorado para nada, y estoy seguro de que si durmió toda la noche debería haber despertado pronto.

Mi esposa corrió hacia la cuna, pensando que algo había ocurrido, yo intentaba convencerme de que nada había sucedido, y todo esto eran paranoias por el incidente de anoche, pero mi mañana se volvió lo mas horrible en la vida de un ser humano.
Mi esposa gritó, tan fuerte que sentía que mis oídos se reventaban. Lloraba y gritaba, me llamaba con desesperación, no lo pensé dos veces, corrí hacia dónde se encontraba, hubiera deseado que todo fuese una pesadilla y despertar de inmediato...

Mi hijo, mi bebé, mi pequeño Francis no respiraba, ella no podía soltarlo, lo normal en una madre, intenté de todo para reanimarlo, pero nada funcionaba, fue entonces que llame de urgencia, dijeron que vendrían pronto, esperé y ocurrió algo que me dejó helado... En la ventana, justo en el centro de esta... Estaba la mariposa negra de ayer.
Cuando la ayuda llegó era muy tarde, se había perdido toda esperanza de que mi hijo sobreviviera.
Ahora me veo y me digo... "Fui un estúpido al considerar exagerado a mi suegro y a mi esposa. Esas malditas... Realmente traen el hambre... La peste... Y la muerte consigo..."

Mensajeras de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora