Luz de Luna •L.S

II

- ¿Piensas seguir sentado aquí todo el día? - Escuchó una voz.

Niall.

- ¿Qué?

- La clase acabó hace una hora. - Avisó el rubio. ¿Qué rayos?

Miró su reloj.

Demonios.

Cuatro treinta.

Revisó su celular.

Siete llamadas perdidas de su madre.

Carajo.

Estás acabado, Louis, acabado.

Su madre lo matará. De eso estaba seguro.

- Deberías moverte al menos. - Sugirió.

El castaño reaccionó. Que estúpido. Estaba perdiendo tiempo.

Salió apresurado del aula. Daysi cumplía años ese día.

Era el encargado de recoger el pastel.

Su madre lo mataría.

Su hermana lo mataría.

Él se mataría.

¿Por qué serás así, Louis? ¿Por qué?

Media hora.

Media hora corriendo hasta la pastelería.

Cinco de la tarde.

Llamada entrante: Mamá.

Tomó aire antes de contestar.

- ¿Hola? - Preguntó.

- Cómo no llegues en este momento, te mataré. Estás advertido, Louis. - Cortó.

Maldita sea.

Salió de la pastelería. El pastel era inmenso. Apenas podía sostenerlo.

- Sube. - Habló alguien detrás de él.

- ¿Quién te mandó? - No volteó.

- Tu madre. Ahora sube.

Obedeció.

- Jay te matará.

- Gracias por recordármelo, enserio, muchas gracias. - Respondió el castaño.

- ¿Podrías dejar de ser así?

- ¿Así cómo?

- Sarcástico, insensible, gilipollas. Crees saber más que los demás. Pero lo único que haces es verte como un idiota. Es molesto.

- Vete a la mierda, Harry. - Respondió el castaño. Ya habían llegado a su casa.

- El hecho de que Dan haya muerto, no te da derecho de ser un idiota. - Se arrepintió al segundo de decir eso. Sabía lo que le causaba sus palabras.

La había cargado. Y en grande.

No hubo respuesta alguna.

Louis sólo bajo del carro.

Había sido demasiado.

- Maldita sea. - Suspiró el rizado.

- ¡Louis! ¡Ya era hora! - Exclamó Jay cuando lo vió entrar.

- Lo siento, mamá. Se me hizo tarde. - Se disculpó. - Iré a mi habitación.

- Pero Anne y Harry vendrán.

- No tengo ganas, mamá. Por favor.

Harry se había sobrepasado de la raya. No le volvería a ver la cara en un buen tiempo.

Maldito idiota.