Acaricié lentamente la espalda de María mientras que ella dejaba besos por mi cuello.
De vez en cuando soltaba algún gemido al sentir sus labios sobre mi piel.
Bajé mis manos a su trasero y lo acaricié despacio.
Ambos estábamos desnudos, en los preliminares.
Las últimas semanas parecíamos unos conejos en celo, nada más que quedábamos para follar.
Ella soltó un gemido al notar uno de mis dedos introducirse en ella. Me miró maliciosa y llevó su mano a mi miembro para juguetear con él. Se agachó para poder metérselo en la boca y masturbarme cómodamente.
-Dios, María.- Gemí.
Eché mi cabeza para atrás a la vez que ella seguía con su cometido.
-¿Te gusta, mi amor?- Dijo con una voz inocente y metió su miembro entre mis pechos, lo deslizó entre estos mientras que yo no podía parar de gemir.
-M...Me...encanta- Dije mientras que chillaba de placer.
Levanté a María y la llevé hasta la cama, la tumbé a la vez que ella reía, besé todo su cuerpo y me detuve en su intimidad.
-Ahora vas a ver lo que es bueno, cariño.
Recorrí cada milímetro de su intimidad, saboreando cada parte, tocando sus pliegues, introduciéndome en ella.
Gemido tras gemido, la hacía suplicar porque la penetrase y al final, cumplí con sus deseos.
Pronto, nos fundimos en uno.
La vi levantarse de la cama y vestirse rápidamente. Me dedicó una sonrisa y se fue.
Así era siempre, sexo y ella se iba rápidamente, intentando que no pudiera hacer nada por ella y eso me dificultaba mi misión de intentar conquistarla.
Suspiré profundamente y cerré los ojos. Ojalá pudiera tenerte aquí conmigo para siempre, rodeándote con mis brazos y besándote a cada hora. Pero lo dejó muy claro, María no quiere nada conmigo. Esto es solo un juego para ella y yo he caído en las garras del amor.
Narra María:
Otro polvo más con Dani, estuvo genial. Parece ser que sus ansías de que seamos algo más se han calmado y entendemos que esto es solo sexo. Lo que se puede llamar como: follaamigos.
