UNA VEZ UN JOVEN LE PREGUNTO A SU ABUELA: ¿Mamita cómo hago para no sentir amor?
Y ella sorprendida contestó: que ha pasado hijo mío, cuéntame el porqué de tu pregunta.
Y el joven acongojado le dijo: mamita se lo di todo, que al parecer no fue nada, ella no creía en mis palabras le demostré cuanto pude todo más no fue suficiente.
Entonces la abuela respondió:
Sentir amor por alguien es como plantar un árbol, tienes la semilla luego buscas un lugar especial y la plantas, luego, si es que quieres verlo crecer y ser un árbol fuerte, la abonarás y la regarás con mucho afecto y cariño, dándole a este tus votos de fidelidad por siempre, pero si el destino dispone que tú y el no deben convivir pues morirá un día y con sus semillas, otro hombre lo verá crecer. Pero en caso de que tu madre te diga: ¿Aun no has plantado un árbol en tu vida? Todos tus amigos lo hicieron, ¡que pasa contigo, apresúrate y hazlo! Entonces lo harás por la fuerza y no porque realmente quisieras un arbolito en tu vida, es así que buscarás cualquier semilla y la plantarás en cualquier parte, la cuidarás como todos y de ella brotará una planta bonita y fuerte; luego un día paseando por el campo encontrarás un bello fruto y comerás de él, y te cautivará tanto que querrás llevarte su semilla pero recordarás que ya tienes un arbolito y si quieres tener otro uno de ellos tendrá que morir, ser arrancado de raíz y sobre el mismo lugar plantar el otro, pero el dolor del árbol caído no se esfuma, sino que pasa a la tierra y esta impregna al nuevo árbol del dolor del otro que irradiará hacia ti y sentirás su dolor como si te habrían arrancado a ti el corazón.
Así ocurrió también que hubo una semilla que vio como hombres dejaban a muchos de los árboles por otros, arrancando a muchos y sembrando dolor en ellos, entonces en su memoria grababa todos esos acontecimientos y odiaba a los hombres de tal manera que no los quería ver nunca...pero el destino nos tiene guardadas cosas que nos servirán en la vida y que no podemos evitar que pasen, es así que un día un hombre llega y se cautiva al ver a esta semillita y la toma y lleva a un lugar muy especial que él había guardado para esta ocasión, el piso se notaba ya picado, como si habrían habido ya arboles allí; entonces la tomo y le hizo una camita de abono y tierra y la colocó con mucho cuidado, enseguida la cubrió de tierra y la regó, esta semilla no entendía a su corazón, que le impulsaba a crecer pero que sus cortezas grabadas le decían que no confíe, pero así sin darse cuenta poco a poco con los cuidados de este hombre ella crecía lento, dudando de éste de acuerdo a sus memorias...Resulta que éste hombre había tenido arbolitos ya hace mucho tiempo, pero que ninguno de ellos había conseguido ser un árbol grande, tan sólo se habían quedado a medio camino, éstos murieron por que el destino así lo quiso y dio sus semillas a otros hombres; el hombre había puesto todo de sí siempre, porque no tenía sentido plantar una semilla si al final no la querías ver como un árbol mañana, entonces ya sus corazón estaba cansado, pero su voluntad y su fe no patinaban, fue allí que vio a esta pequeña semilla y cautivó nuevamente su esperanza, aquella esperanza de ver a un árbol grande y fuerte dentro de su hogar.
Es así que la semillita crecía lento, muy insegura de sí, el hombre preocupado le decía: ¿Qué te ocurre pequeña, por qué tus raíces no abarcan más y tus ramas no se extienden más al sol? Angustiado el hombre la miro un largo rato, luego, pensativo y deprimido se fue a descansar, la semillita no entendía por qué este hombre hacía esas cosas si todos eran perversos, eran malos. Pasó un tiempo y la plantita aún seguía pequeña, el hombre agotado de sus esfuerzos pensó que ella no lo quería, le había dado todo, cuidados, cariño, protección...pero todo no había sido suficiente, entonces una mañana se acercó a ella y le dijo, plantita cuídate mucho, espero encuentres a alguien que con quien compartas tus frutos y que este lo sepa valorar y disfrutar junto contigo, hasta pronto; y así el hombre se fue, derrotado, deprimido y entre dudas, sus hojas lo vieron y sintieron que no debía dejarlo ir, pero sus raíces le decían lo contrario. Entonces pasó un tiempo y la plantita buscaba las formas de sobrevivir y cada día recordaba al hombre que se fue, y así un día cualquiera pasó por ahí otro hombre y la encontró, en sus ojos parecía como si habría encontrado oro, entonces acercándose a ella le habló: mira que tenemos acá! Pequeña y hermosa planta, serás un árbol grande y fuerte, tienes muy buena madera y sé que tus frutos serán exquisitos; la plantita lo vio y en sus adentros decía, este parece ser bueno así como el que se fue, después de todo creo que no todos son malos.
Así el hombre le daba sus cuidados, pero no de la misma manera, este era tosco, descuidado y no siempre la regaba cuando debía, pero la plantita había empezado a tener fe, el hombre que se había ido le había enseñado a confiar pero esta le dejo ir. Entonces ya era un árbol y al dar sus primeros frutos, mostraría su cariño y su gratitud a sus cuidados del hombre brindándole alegría. Al atardecer vio a lo lejos un camión, dentro venia él, cuando llegaron el árbol orgulloso mostro sus frutos, y el hombre exclamó: ¡Perfecto! Así era como los imaginaba, y el árbol sonrío, pero más temprano que tarde comenzó a sacar todos los frutos dañando al árbol y haciéndole sentir sólo como una máquina de producir, luego de esto se fue...el árbol lloro y lloro muchos días, se arrepentía de no haber confiado cuando debía, de no haber creído en las manos de quien con mucho cariño y amor la cuidaron, lamentaba su infortunio y no dejaba de pensar en el día en que debía de morir; y así fue había decidido morir y dejar todo atrás, pero como siempre dejaría unas semillas para que un día brotara otros árboles de ellas.
Sucedió así que una mañana el hombre que se había ido hace mucho volvió por esos lugares y vio el árbol muerto y exclamó: Oh amigo! Que han hecho contigo, pudiste crecer, pero creo que para la persona equivocada, entonces tomó una de las semillas y la lleno en su bolso, este hombre se había dedicado a ayudar a aquellos que no podía hacer florecer a sus árboles y nunca dejo de pensar en aquella plantita que un día dejo. Entonces fue a aquel lugar especial donde parecía no haber plantado un árbol en años, preparo nuevamente la cama de abono y la colocó con mucho cuidado como lo había hecho antes, la cubrió de tierra y abono y finalmente la regó. Pasaron años y el árbol había conseguido florecer y entre lágrimas le dio las gracias y dejo comer sus frutos dándole alegría al hombre que siempre se quedó con el hasta la muerte.
El destino tan curioso y a veces para nosotros tan cruel, nos da momentos que tenemos que pasar, son pruebas, que nos harán conocer la vida, no podemos evitar esas caídas necesarias, y aunque duelan, sólo los valientes se atreven a pararse y seguir adelante.
----------------
SI DECIDES HACER ALGO HAZLO, MÉTETE A LA PISCINA DE UNA VEZ PORQUE SI VAS A ESTAR FUERA DUDANDO, PROBANDO EL AGUA YA HABIENDO DECIDIDO ALGO, LA LLUVIA VENDRÁ Y TE TERMINARÁ MOJANDO IGUAL, Y LUEGO PENSARÁS: COÑO ME HUBIERA METIDO A LA PISCINA SI IGUAL ME IBA A MOJAR DE TODOS MODOS.