08/01/20

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―Disculpa, chico, pero ya vamos a cerrar...

Saliendo de su ensimismamiento, desvió la atención a donde Taehyung aún se encontraba, sintiéndose perdido por segundos.

A pesar de que el sol amenazaba con ocultarse en cualquier momento, su mejor amigo seguía en el mismo lugar donde se había instalado hacía dos horas atrás; con la cabeza gacha y las flores que había comprado aún sobre sus rodillas. Con mirada apenada, se volvió hacia el hombre de edad avanzada que seguía a su lado. Enseguida se disculpó. 

―Lo siento mucho, señor. Mi amigo... Él tiene mucho que decir ― dijo atropelladamente. Por suerte, el hombre tan sólo suavizó su expresión, asintiendo con gesto comprensivo.

―Sólo veinte minutos más ― concedió, a lo que una gran sonrisa se formó en sus labios ―. Pronto anochecerá y la vía no está en las mejores condiciones luego de la nevada de anoche-

―Sí, lo sabemos ― interrumpió apresuradamente ―. Pronto nos iremos, no se preocupe.

―Vale, entonces... Buenas noches.

Haciendo una ligera venia, observó por escasos segundos cómo el mayor se alejaba cuesta abajo en dirección a la pintoresca casilla de vigilancia que adornaba la salida más próxima del lugar, antes de volver su atención a Taehyung, aún en la distancia. 

Ese era su último día en Daegu y la primera vez que Taehyung pisaba el cementerio.

Metiendo las manos en los bolsillos de su chaqueta, se encogió en sí mismo, temblando. El frío clima de enero era lo suficientemente fuerte como para entumecer sus huesos si pasaba mucho tiempo en el exterior. Exhalando, advirtió cómo el castaño por fin parecía levantarse de la fría grama en la que había estado arrodillado durante todo ese tiempo, haciendo una ligera venia a la nada antes de girar y encaminarse en su dirección.

Ni siquiera tuvo que detener su atención en las arreboladas y húmedas mejillas, o en el melancólico brillo que cubría las gemas de Taehyung. En dos pasos estuvo junto a él, apretándolo en un fuerte abrazo que esperaba le diera toda la fortaleza que sabía necesitaba en esos momentos. Y el que Taehyung le devolviera el toque le hizo constatar que estaba en lo correcto; que ese contacto era algo que necesitaba casi tanto como esa visita a su difunta abuela.

"Todo va a estar bien. Pronto te recuperarás de todo esto" susurró contra su oído, en voz tan baja que por un momento cuestionó si de verdad había dicho algo o sólo lo había pensado..

El suave beso sobre su sien fue suficiente respuesta para él. Con una suave sonrisa jalando sus labios, ciñó más aún el abrazo en la pequeña cintura del castaño, suspirando.

―¿...Estás listo?

Y Taehyung asintió, escondiendo el rostro en el espacio entre el cuello y su hombro por segundos antes de separarse a duras penas de su cuerpo.

Sin decir más, ambos iniciaron la marcha hacia la salida. Él aún con uno de sus brazos rodeando la cintura del más alto, y el menor con uno de sus brazos rodeando sus hombros. En el camino no pudo evitar pensar que esa noche partirían a casa. Esa noche por fin volverían a Seúl.

Habían sido cuatro días llenos de muchas emociones, no sólo para Taehyung, sino también para él.

Dando un rápido vistazo a su mejor amigo, casi pudo sonreír de emoción al notar el sutil cambio en su aura. No era tan notorio, pero estaba allí, reemplazando el frecuente halo de tristeza que lo embargaba desde hacía semanas por esa sonrisa que poco a poco volvía a iluminar sus facciones. Como si por fin estuviese dispuesto a vivir su vida libre del dolor que había dejado la partida de su amada abuela.

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