CAPITULO 2: EL NOVIO DE MI HIJA

31.8K 638 3
                                    

Me pasé media noche pensando en aquel chico y la otra media soñando con él. Me había dado el mejor orgasmo de toda mi vida, y eso es algo que una mujer de 45 años difícilmente puede olvidar. No sabía si volvería a verlo y tampoco estaba segura de querer hacerlo, a fin de cuentas, tenía novia, una chica joven y guapa, y mucho más apetecible que yo, seguro. Probablemente para él sólo fui un momento de debilidad.

Inmersa en esos pensamientos me levanté, me duché y empecé a preparar la comida, ya que mi hija había decidido invitar a comer a su novio para que lo conociera.

- ¡Buenos días, mamá! – Me saludó mi hija al entrar en la cocina.

- ¡Bueno días!

- ¿Cómo fue la noche? – Me preguntó.

- Bien, bastante bien – le respondí – nos divertimos mucho.

- ¿Y ligaste? – Me preguntó curiosa.

- No – le contesté escuetamente, mintiéndole.

- Bueno, voy a desayunar y luego me iré a buscar a Juan, porque seguro que aún está durmiendo después de la despedida de anoche.

Ángela desayunó, se vistió y se marchó a buscar a su novio, momento que aproveché para vestirme y arreglarme, quería estar presentable ante mi futuro yerno. Me puse una ligera blusa y una falda de tubo que me llegaba por encima de las rodillas.

Mientras les esperaba puse la mesa, y terminé de preparar la comida. Hacía las dos sonó el timbre.

- ¡Voy! – Dije dando por sentado que serían ellos.

Abrí la puerta y entonces al verle me quedé atónita, mi yerno era el chico con el que me había acostado la noche anterior.

- ¿Pasa algo mamá? – me preguntó mi hija.

- No, nada, es que su cara me resulta conocida – mentí.

- Bueno, este es Juan, esta es mi madre – nos presentó.

Le tendí mi mano temblorosa a Juan y le di un beso en cada mejilla. Seguidamente les hice pasar al salón. Estaba más nerviosa de lo que jamás en mi vida hubiera estado y a la vez estaba feliz por haberle reencontrado cuando pensaba que no volvería a verlo en mi vida.

- ¿Queréis tomar algo? – les pregunté.

- No, gracias – respondió él con amabilidad pero mirándome con deseo. Su mirada me hizo temblar y mi sexo se humedeció recordando lo sucedido la noche anterior.

Tras eso nos sentamos a la mesa y empezamos a comer. Cada vez que mi hija estaba distraída en el plato, Juan me miraba como esperando que le diera una respuesta. Yo trataba de pasar de él, hasta que llegó el postre y me levanté para retirar los platos. Mi hija también hizo ademán de levantarse, pero Juan la detuvo diciéndole:

- Ya lo haré yo.

Así cogió su plato y alguna cosa más y me acompañó hasta la cocina. Dejamos los platos sobre el mármol y sin mediar palabra, Juan me estrechó entre sus brazos y me besó apasionadamente. Al separarnos se disculpó:

- Lo siento. Pero anoche tuve la mejor experiencia sexual de mi vida y no he podido dejar de pensar en ti – me confesó.

- Yo tampoco he podido olvidarte.

- ¡¿Viene ya ese postre?! – Gritó mi hija desde la mesa devolviéndonos a la realidad.

Cogí el postre, un pequeño pastel de chocolate, de la nevera. Le di los platos y las cucharas a Juan y volvimos a la mesa.

Con una enorme tensión entre él y yo que nos obligaba a estar callados, escuchando todo lo que decía mi hija, comimos el pastel. Seguidamente tomamos el café y al terminar tanto mi hija como Juan me ayudaron a quitar la mesa. Tras eso, habían decidido ir al cine y antes de marchar mi hija decidió ir al baño, momento que Juan y yo aprovechamos para hablar.

EL TRIANGULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora