Prólogo

68 4 5
                                    





Sé que tengo miedo. En el fondo, lo sé, pero supongo que aún no estoy preparada para aceptar mis nuevos temores. Para afrontarlos.



Al fin y al cabo, tengo a alguien que hace de todo para sentirme mejor, mi hermano Jack. Él fue el único que se quedaba a mi lado todas las noches, pero a pesar de sus esfuerzos no lograba conseguir que me venciera el sueño. Dormía conmigo, me leía cuentos, me cantaba canciones de cuna, pero ni aun así lograba que cerrara mis ojos y así descansar en un profundo sueño. Sufría de insomnio.



Todo empezó hace un mes. Nos mudamos al campo, en una cabaña ubicada casi en el corazón del bosque. Para ser sincera papá pensó que irnos a vivir en un lugar donde respiremos aire puro nos haría bien, estar apartados de la ciudad, del ruido, de la tecnología, yo estuve de acuerdo con ello...


_¡Aún no encuentro señal! -a excepción de Jack.


_¡Jack, baja de ahí ahora!, te vas a caer... -podía ver perfectamente como el torpe de mi hermano estaba en lo alto de un árbol buscando señal de Wi-Fi.


No paso más de un minuto y su cuerpo termino a centímetros de tocar la superficie y su rostro apunto de golpearse contra el suelo; de no ser ¿gracias? a una rama, la cual lo mantenía colgando.


_Agradece que esa rama te salvo de un buen porrazo.


_¿Puedes ayudarme a bajar?...



_Ya voy.



Sin perder tiempo, Emily se puso sus zapatos y corrió hacia donde se encontraba su hermano. Puede que para los demás, ver a alguien de veinte años comportarse de ese modo tal y como lo hizo Jack, seria inmaduro; pero para su hermana, es el mejor, no solo por llevar la misma sangre, era su mejor amigo, su amigo del alma. Después de que lograra bajarlo, lo abrazó.


_A la próxima ten más cuidado, torpe.


_Yo también te quiero -correspondió al abrazo de su ñaña menor- Por cierto, anoche no dormiste de nuevo ¿verdad?.


Nerviosa, se separó lentamente del abrazo.


_¿Te parece si vamos a desayunar? -le dedico una sonrisa en señal de que no tocara el tema.


Sin más su mayor dio un suspiro largo entrando a la acogedora cabaña. Por parte de la joven empezó a colocar los trastos en la mesa y a servir su alimento matutino, una vez listo, ambos hermanos se sentaron en la mesa.


_Señor, bendice estos alimentos, amén. Provecho. -se dijeron ambos antes de dar el primer bocado.


No había más que silencio entre ambos chicos. Hablar sobre un tema en especial, a estas alturas podría alterar un poco a la menor.

Secretos de la NocheWhere stories live. Discover now