Prólogo: Eros y Psique

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Los distintos triunfos y sufrimientos que el amor ha provocado en las almas humanas no son novedad alguna, desde hace más de dos mil años que el hombre intenta pensar y sentir al mismo tiempo el romance que vive, pero pocos han logrado esta proeza, lo que es más, coordinar pensamiento y sentimiento es una de las utopías más anheladas por los seres humanos en algún punto de su vida.

¿Quién habrá sido el primer hombre en darse cuenta que para sentir hay que pensar y viceversa?

A todo el mundo le gustan las buenas historias, por mas viejas que sean, si tocan el corazón, de inmediato uno se enamora de ellas. Eros, en todo su divino esplendor, ha de conocer y hubo de haber creado las más interesantes historias de amor, pero hasta el propio dios del amor tiene su historia.

Psique era la menor de tres hijas de un rey y una reina en una antigua ciudad griega, había nacido como una doncella bellísima, y aunque era más inteligente que hermosa (pues ¿en la antiguedad? la gente no acostumbraba a ver primero el interior de la persona... ajá) realmente sus pretendientes solo imaginaban poseerla como esposa por su belleza. Su encanto era tal que incluso los hombres la comparaban con la mismísima Afrodita, llegaban a decir que la superaba, que era Psique una auténtica diosa en la tierra. Y así los hombres la adoraban sin importar ignorar o amedrentar a la auténtica diosa de la belleza.

Afrodita, rencorosa y ofendida, planeó un castigo para la doncella (porque ser bonita es un castigo, no lo digo yo, lo dice el mito) y mandó a su hijo (como toda madre haría) a ayudarle con el deber, el deber de castigar a una mortal. Le ordenó a su hijo que lograra que Psique se casara con un hombre de pauperrima fortuna, de nulo honor, de inexistente buena salud y patrimonio, en fin, que ella se enamorara de lo que podríamos definir como "un auténtico miserable". Y Eros, como buen hijo, comenzó su camino para cumplir el encargo de su furibunda madre.

Mientras tanto, los padres de Psique, preocupados por la cantidad de pretendientes que su hija tenía, pero que ninguno se atrevía a pedir su mano (pues la bella pero soltera es la misma así la separen dos mil años de distancia) consultaron al oráculo para ver qué solución le ponían al asunto, pero el oráculo no fue de gran ayuda, pues este previó que ella no tendría hijo de linaje mortal, que se casaría con un ser de temibles flechas de fuego y rapidas alas que le ayudarán a atravesar los cielos, alguien a quien hasta el propio Zeus teme, se casaría con alguien que provoca los disturbios más fuertes entre los hombres, y que por ese fatídico destino, lo mejor era abandonarla en lo alto de un monte lejano y adornarla casi como si fuera a su funeral (como si el matrimonio en sí no diera por muerta a la persona).

Y así fue, tras una larga peregrinación y cargando una monumental depresión encima, Psique fue abandonada a su suerte en un monte, sin embargo, el viento la llevó a un prado lleno de flores y rosas, donde fuentes y bosques hermosos se extendían ante su vista, y en ese mismo paisaje, un palacio escondido lleno de lujo y ostento se apareció, voces sin cuerpo le decían al oído que todo en ese bello paisaje era suyo y podía disfrutarlo a sus anchas. Todo iba bien hasta que llegó la noche, noche en la que la doncella durmió temiendo que por la madrugada llegase algún desconocido a manchar su virginidad. Cosa que, de hecho, sí pasó. Sin embargo, nuestra querida Psique no temió, es más, le gustó.

Oficialmente (o bueno, no oficialmente, pero hagamos de cuenta que sí) una criatura desconocida había tomado por esposa a Psique, pero sólo venía en las noches a su palacio para consumar su amor, la única condición que ese desconocido ponía para seguir yendo a visitarla era que ella no intentase, por ningún motivo, intentar averiguar quién era él y tampoco salir de aquel palacio lleno de riquezas. Como era de esperarse, poco a poco la soledad embargó a Psique, ella le rogó a su marido que le permitiera, por lo menos, que sus otras dos hermanas la visitasen. Y así le fue concedido aunque con muchas dudas, pues el marido en el fondo sentía que esas hermanas no harían sino esparcir la discordia y hacer que su esposa dudara de él, y aunque Psique prometió que ello no afectaría, no pudo mantener su promesa.

Sobre el amor y más cosas desesperantes.Where stories live. Discover now