En un reino lejano, vivían los reyes de un pueblo llamado "Star".
El rey, un hombre viejo y apagado.
Y la reina, un chico de coleta dorada, con un ojo tapándole con un copete, de nombre Stave.
Desgraciadamente, aquel rey se satisfacía con el cuerpo joven y delgado del muchacho, quien era forzado a estar en aquel lugar.
Mas un día, ambos recibieron al hijo del rey, un joven de cabellera blanca, quien se arrodilló frente a ambos.
-Admito que me sorprende tu visita-
Mencionaba el Rey en su trono, mirándole con semblante aburrido.
-He venido con procedencia de mis viajes. Ahora solo me he de quedar esta noche-
El joven se levanto, alzo su mirada y vio a ambos.
Stave miraba como el joven tenia unas cuencas de colores, extrañas, ya que estas cambiaban de color y forma.
-Te lo concedo. Por hoy, te haz de quedar aquí-
El joven asintió, dándole una sonrisa a la reina, se retiro de la sala.
Desagradable gemidos se oían en una habitación.
El joven yasia acostado, cubría su vista con sus brazos, sintiendo las débiles embestidas que el rey le brindaba.
Asquerosos pensamientos rondaban por su cabeza.
Mas estos cesaron al ver al rey toser sangre.
-Joder. Ese viejo si que tenia fuerzas-
Stave miraba aterrado a una esquina de la habitación.
Ink yasia en el lugar. Mirando todo con unas notables cuencas rojas.
El chico se tapó con la sabana. Dejando el cuerpo muerto y moribundo del rey, caerse alado de la cama.
-Lamento molestarla, mi reina-
Sonreía el mencionado, subiéndose arriba de la cama, tomando la cara de Stave con sumo cuidado, aun así, el mencionado lo miro extrañamente relajado.
Ah. Lo recordó
-Te dije que tenias que esperar a cumplir los 19 para matarle-
Miraba Stave molesto a Ink, quien le planto un beso dulce, pero desesperado.
-Que se joda. He estado deseoso por ti toda mi vida. No soportaba la idea de que quien amo este revolcándose con otro-
-¡Ink!- Susurro Stave -¿¡Y ahora!? Todos pensaran que ...-
-Que fui yo.- interrumpió Ink con una sonrisa. - Ya están acostumbrados a los golpes de estado, me aceptaran como rey.-
Ahora, Ink tomo la mano de Stave, brindandole besos dulces. Alejándose de el, acudió al cuerpo de aquel viejo, pisándole el cráneo.
-El príncipe caído a vuelto - ahora miraba de reojo a Stave, sonriendole con dulzura. -Y ha de necesitar una reina-
Stave estaba sorprendido por las acciones de Ink, quien sonrió dulcemente, cambiando sus pupilas.
-¿Desearias ser mi reina, Stave?-
-... Si.... Mi rey-
Y tal como dijo, nadie le justo por matar a su propio padre y a los 19 años fue coronado rey.