Carta 1:

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                      9 de febrero de 1999

Querida Abby,

Nunca antes nos habíamos visto, así que tal vez esto te parezca un poco raro, pero siento que es necesario. Mi nombre es Jay, para empezar, trabajo en la caja 5 en el supermercado de la Calle 67. ¿Conoces el que tiene un estacionamiento demasiado grande para la tienda en sí? Sí, ese mismo. Tengo 24 años, bastante alto y con un aspecto algo desaliñado. Probablemente no me reconocerías si te hablara, no tengo una cara muy memorable. Je, realmente no sé por qué te estoy diciendo esto si te soy honesto… Pero este no es el punto por el cual te escribo.

Estaba trabajando hasta tarde ayer, fue un día normal la mayor parte del tiempo. Nada muy emocionante pasó, pero estarías impresionada de saber lo interesante que puede ser este empleo a veces. Había estado leyendo algún libro, el hombre que trabajaba en la otra caja me lo había prestado. Era una novela de misterios realmente horribles llenos de clichés. Realmente aburrido si me preguntas. Pero, algo es algo supongo. Cuando te presentaste, sin embargo, mi noche entera cambió. No sé exactamente qué fue lo que llamó mi atención en ti, pero cuando te vi sentí una extraña sensación. Una mezcla entre la excitación y el terror, que es la mejor manera en la que puedo describirlo, al menos. Te vi entrar en mi línea y rápidamente me incorporé, ya que estaba encorvado y leyendo en una silla desde que nadie entraba en ella. Me di cuenta que captaste mi atención cuando te acercaste… Eras totalmente hermosa. Caminaste hacia mi, dijiste “hola” y me diste tu carrito. Me di cuenta en la forma en que hablabas y caminabas que parecía que habías dormido muy mal, aunque no es sorprendente teniendo en cuenta lo tarde que era. Después de un segundo o dos de silencio incómodo, me di cuenta de que me habías saludado, forcé un casual “h-hola” para responderte. Me maldije mentalmente por eso.

Me senté ahí por un segundo, tratando de concentrarme. “¿Cuál es tu nombre?” dije. Un poco más tarde me di cuenta de lo raro que eso sonaba, ¿Qué clase de chico de caja le pregunta el nombre a alguien? Me alegro de haberlo hecho, de todos modos. Recuerdo que tu dijiste que te llamabas Abigail, pero que podía decirte Abby, ya que ese era tu nombre de pila. Abby, parecía encajar tan perfectamente. El nombre parecía rodar por mi lengua mientras lo decía para mi mismo silenciosamente. Era como miel dulce, se sentía bien con tan solo decirlo. Parecías perpleja cuando te volví a ver, y me pregunté si hice algo que te hubiese molestado. “¿No deberías estar guardando esos?” dijiste y apuntaste hacia los productos que pensabas comprar. De repente, sorprendido y avergonzado, miré arriba y me disculpé, luego torpemente empecé a empaquetar todos los productos en las bolsas lo más rápido que podía. No podía creerlo, ¿Qué tan estúpido podía ser? Pero cuando vi arriba, me di cuenta que estabas riéndote.

“Eres muy lindo”, dijiste. Traté de hacerme el cool, pero estaba obviamente muy emocionado. ¿Una chica así pensaba que era lindo? “Tú también” dije, mientras que me apresure a llenar las bolsas con los alimentos que quedaban. A medida que te ibas, te diste vuelta mientras abrías la puerta dijiste “Buenas noches”. Adivino que parezco muy estúpido escribiendo todas estas cosas, porque probablemente lo recuerdes, quiero decir, pasó ayer. Pero me fui a casa estático esa noche y con toda la confianza del mundo. Siento que es casi irreal escribiéndolo de vuelta aquí.

De todas formas, quería escribir esta carta Abby, para decirte que te amo. No sé qué fue lo que sentí aquella noche, fue una mezcla rara de emociones. Pero todo lo que sé es que incluso en esa pequeña transacción que tuvimos, sentí que había algo entre nosotros.

Por favor, escríbeme de vuelta pronto.

Atentamente, Jay.

Querida AbbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora