spoiled ❀ jackbeom

ocho

Los días transcurrieron y Jackson actuaba diferente y al mismo tiempo era el mismo de siempre. Era algo imperceptible para el ojo humano, sin embargo el cambio estaba ahí.

Jackson Wang era alguien que ante la mirada de los demás era confiado y seguro de si mismo; él deliberadamemte coqueteaba con sus compañeros de banda, claro que todo aquello era un juego, no más que eso. Él amaba y admiraba a sus compañeros y si hacía lo que hacía era por el amor que les tenía y para hacer felices a sus fans.

Ahora, desde aquel pequeño juego que estableció con su hyung, el estar cerca de él lo ponía de unos nervios increíbles, él intentaba ocultarlo y podíamos decir que lo lograba sino fuera por el otro involucrado.

Jaebeom es un hombre perspicaz, él notó de inmediato la actitud del otro. Lamentablemente, no lo entendía. Y no podemos culparlo, estaba cegado por sus propios sentimientos, y cuando uno siente, es muy difícil ser capaz de distinguir los sentimientos de otro.

Cada que Jackson tenía la mente libre, viajaba a aquella conversación en el cuarto del mayor:

—Que quieres que pruebe —le había preguntado.

—Prueba lo que sientes —respondió en ese momento, no sabía de donde le había salido el coraje, ni siquiera estaba seguro que Jaebeom sintiera algo por él y sin embargo ahí estaba ahora, metido en lios.

Se maldijo por lo tonto que fue, su hyung era un total misterio para él y ahora tenía que lidiar con el hecho de no saber lo que el otro piensa y hará. Tal vez ya lo había olvidado y él seguía ahí inventándose cosas.

Alzó la mirada y vió como Jaebeom salía de su habitación y se metía al baño, decidió encender la televisión, no quería que cuando su hyung saliera pensará que esperaba por él. Cambió los canales sin buscar algo realmente y en ello salió Beom del baño y caminó a la sala.

—¿Qué ves?

—Oh, nada solo... cambiaba de canal —dijo nervioso, no sabía que le pasaba, siempre se sentía así alrededor que Jaebeom, intentaba ser seguro como suele serlo pero algo en él lo hacía sentir como si fuera a desvanecerse.

—Que aburrido, ¿no prefieres salir? —se sentó a su lado.

—¿Nosotros solos? —preguntó en un susurro haciendo sonreír al otro.

—Sí, ¿por qué, no quieres?

—Sí, quiero. Pero está lloviendo —lo dijo en un tono cabizbajo mirando por la ventana.

—Mejor. Vamos.

Se levantó e hizo una seña, ambos tomaron sus chaquetas y se encaminaron al río Han.