¡Hey!Umm, ¿cómo empiezo yo esto? Nunca se me han dado bien los principios de las historias, la verdad, ni tampoco los nudos, y mucho menos los desenlaces. En realidad se me daban, y dan bien pocas cosas, por no decir nada. Tampoco es que ahora se me den bien algunas cosas. Bueno, molestar al prójimo, comer e invocar al diablo, mi gran amigo del alma, tratando de cantar en japonés es algo que se me daba de perlas. Y cagarla, cagarla siempre.
Pero es que sino, no sería yo.
A lo que iba, que siempre me desvió del tema principal.
Hola, soy Nathalie Brooks y me encantan las empanadas de queso. Sí, este es un buen comienzo para el principio de una gran historia.
Me encantaba—me siguen gustando pero soy una persona adulta con muchas responsabilidades como para siquiera pensar en sacar algo de tiempo para mis hobbies—bailar, la fotografía, dibujar, pintar, cocinar y cantar a todo pulmón en la ducha, y no es por ser egocéntrica ni idólatra, pero esas actividades se me dan muy pero que muy bien.
Esto es una introducción a lo que fue mi nueva vida en Corea, cómo concursante de un reality, tipo Produce 101. Aunque yo en realidad fui apuntada a traición—a mi favor he decir que yo solo iba a estudiar empresariales, era mi segundo año de carrera, yo era un ser inocente—mi misión era ganar y mantenerme como una trainee en alguna empresa, y como no, llegar a debutar en un grupo. Una fantasía lo sé. Pero soñar no cuesta nada.
Sin embargo, por muy valiente que fui al montarme en aquel avión, lo cierto es que tenía miedo. Era una chiquilla de 19 años y pensaba que me iba a cagar en lo pantalones nada más pisar el suelo sagrado del Aeropuerto Internacional de Incheon. Creo que solo en aquel momento fui consciente de dónde me encontraba, cuál era mi cometido allí y porque quería casarme con cada joven coreano que se cruzaba por mi camino. En aquel instante no pensé demasiado en el hilo rojo, algo que me había perseguido toda la vida, y el camino que iba marcando con cada paso que daba, y a quien terminaba atada. Me estaba metiendo en un berenjenal—en un pollo no, porque era vegetariana y eso hubiera sido muy hipócrita de mi parte—, y no estaba consciente del todo, por lo que el bofetón estaba por llegar con mucha ventaja.
En resumidas cuentas, el destino es caprichoso, cruel y no siempre justo. Y aunque digan que CRUEL es buena y que los Justos son los que llegarán al Reino de los Cielos, el destino es jodidamente impredecible, y nunca sabes por donde va a enviar al toro rabioso a perseguirte.
Vivía en una alerta constante.
Vivía en un mundo lleno de máscaras.
Viví durante dos años preguntándome porque aguantaba todo ello, porque ya ni ganar el concurso ni el debutar me importaban, en realidad, aquel joven de cabellos azabaches y orbes negros fue el único impulso que me mantenía a flote. Pero ahora la canción del barquito me representaba:
"Había una vez un barquito chiquitito,
había una vez un barquito chiquitito,
que no sabía, que no sabía, que no sabía navegar.
Pasaron un, dos, tres,
cuatro, cinco, seis semanas
y aquel barquito, y aquel barquito
y aquel barquito..." No navegó.
Hola, me llamo Kang Nathalie y, aunque me sigan gustando las empanadas, Jeon Jungkook se posiciona en el primer puesto de las cosas que amo. Y también de mi lista negra.
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Coffelate |«Jungkook»|
Fanfiction''Los cuentos de hadas no existen. Sí, lo siento, es una putada que os haya desmontado el circo en menos de tres segundos, pero la verdad duele como la mierda, bien me lo enseñó mi abuela. Blancanieves no es un ejemplo a seguir. No hay ningú...