I
Llamada del destino
“Mi muerte devastó a mi familia, la rompió y perjudico, mi muerte cambio toda perspectiva de ella, cambio la vida de mis cinco hijos y destruyo la esperanza de mi amor, si tan solo no me hubiera ido a la guerra, pero ahora es tarde y no tengo tiempo se sollozar, después de todo estoy muerto”
La mañana fresca de Mayo fue distinta a la vida rutinaria de la familia Aldrich, esa mañana la puerta sonó con un tono lúgubre y desairado, todos dentro de la pequeña choza se estremecieron por el repentino sonar; la señora de la casa abrió la puerta lentamente y vio a un joven de no más de 25 años que tenía un trozo de papel en las manos el cual fue entregado mientras el muchacho daba una breve explicación:
-Lo lamento tanto, pero he de entregar esto como me fue solicitado.
-Gracias buen señor, por venir a este desdichado hogar-. Recito mientras tomaba el arrugado trozo de papel y cerraba la puerta mientras veía como el joven se alejaba.
Cuando finalmente cerró la puerta en su totalidad, se encamino hacia el comedor de la pequeña choza fijó su mirada en ese trozo de papel:
“Querida: Abril, 1500
Te escribo con informalidad no porque no te ame, sino porque quiero que sientas que estoy allí contigo, esta absurda guerra me tiene preocupado y descuidado, no quiero dejar a mis hijos solos ni a ti viuda, pero presiento que no me queda mucho tiempo más, el enemigo se hace cada vez más fuerte y yo más viejo, espero que no te cause demasiada incomodidad ni tristeza y que cuides a nuestros hijos, quiero que mi legado viva para ellos y quiero que sepan que si me fui, fue para protegerlos, espero y volver pronto, yo calculo que regresare cuando llegue el invierno en 1504, pero si no lo hago y estás leyendo esto, cuida a nuestros hijos y hazles saber mi memoria. TE AMO Siempre tuyo.”
Lagrimas bajaban por las mejillas de Juana, su tristeza era profunda e hiriente, recordó el momento en que se conocieron, cuando eran la familia perfecta, vio la carta una vez más, una desesperación, una angustia enorme se apodero de ella, no lo soportaba más, así que corrió a su habitación sin mirar a su alrededor, sin mirar a sus hijas:
-Mama, ¿A dónde vas?-. Una voz delicada se escucho desde el extremo de la habitación
-Berta hazme un favor, y cuida a tus hermanos por mí, te prometo que volveré en un par de días, pero no desesperes.
-Pero madre, somos mujeres no podemos salir, y allá afuera el mundo está lleno de seres miserables y despreciables, no quiero que te pase nada, no quiero que te vayas como mi papa-. Dijo resonante entre lágrimas, lo que provoco que la madre la mirara con un poco de furia.
-¡Cállate Berta! Tu padre ahora está muerto y no lo volverás a ver, así que hazme el maldito favor de cuidar a tus hermanos.
-Pero mama, puedo ir contigo… yo puedo-. Replico con un llanto ahogado la pequeña al saber lo de su padre.
-¡Basta Berta!, prométeme que cuidaras a tus hermanos por mí-. Juana acaricio el rostro de Berta como para intentar guardar en su memoria su delicada cara pálida para siempre.
-Te lo prometo madre-. Contesto la joven con una mirada firme, pero llena de agonía.
La señora de Aldrich se dio la vuelta, enredo su cabello dentro de un sombrero y se vistió con la ropa de su difunto marido, después salió de casa y con mucho cuidado comenzó el trayecto,
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A.C. Los no muertos
VampireInglaterra, Año… 1500. La familia Collingwood se ve abatida por una fuerte tragedia, en la cual se buscará venganza para recuperar el honor perdido e i...