Capítulo 2

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Decir que pasó otra noche en vela es quedarse corto. Era la primera vez que alguien dormía en su cama. La primera vez que alguien dormía en su casa. Escuchaba al canario respirar con tranquilidad, sumido en sus sueños, desde el sofá.

Su cuerpo necesitaba dormir, estaba agotado. Sin embargo, su cabeza pareció encontrar algo muy interesante en la ventana que había frente al sofá. Dio cabezadas a cada hora, pero no logró conciliar el sueño hasta que empezaba a amanecer, justo cuando debía levantarse.

Se levantó sin hacer ruido alguno, para no despertar a su invitado, y salió de la casa para llamar a la oficina. Cruzó los dedos mientras le explicaba a Capde todo lo sucedido, a sabiendas de que sería regañado por meterle en su casa, pero como le dijo a su jefe, había sido decisión del médico y contra eso él no podía hacer nada. A base de suspiros, el hombre se calmó y le dio la mañana libre para que cuidara del canario.

Después de aquello volvió a entrar en la casa, y cogió su móvil para ponerse a buscar en internet información sobre la amnesia, pues era el primer caso con el que se topaba, y más, tan de cerca. Buscó los tipos de amnesia que existían, tratando de averiguar cuál correspondía al chico, y se leyó todas las recomendaciones que daban sobre cómo tratar a una persona que sufría amnesia.

Siendo positivo, y pensando en que la de Agoney sería una amnesia temporal, se llenó de esperanzas al ver que tanta gente había recuperado sus recuerdos, o al menos la mayoría. Recomendaban fomentar los estímulos en estas personas, pues de esa forma su cerebro tenía más posibilidades de conectar con sus recuerdos. Tenía que conseguir que llevara una vida lo más normal posible, pero haciéndole vivir experiencias que puedan conectarle con vivencias propias.

Suspiró.

Dejó el móvil y se levantó del sofá. Acabó como la noche anterior, apoyado contra el marco de la puerta de su cuarto, mirando desde allí al canario, que aún dormía plácidamente. No pudo evitar sonreír al ver la calma que mostraba su rostro, pues en comparación con la noche anterior, daba gusto verle así.

Era consciente del berenjenal en el que estaba metiéndose él mismo, pero... ¿Cómo no ayudarle? No podía ni imaginarse cómo debía sentirse el pobre muchacho. No saber quién eres, de dónde vienes, cómo has acabado aquí... Y verte rodeado de personas que no conoces, de las que no sabes si fiarte. Agitó la cabeza con frustración y soltó un bufido que, sin querer, despertó al chico.

Se llevó una mano a la boca y alzó otra hacia él a modo de disculpa, aunque el rostro ajeno mostraba que estaba demasiado desorientado como para saber que había sido él quien había alterado su sueño. Le vio incorporarse en la cama, frotándose los ojos y con el pelo revuelto. Volvió a sonreír.

- Buenos días, bella durmiente. - El canario esbozó una pequeña sonrisa, una sonrisa triste. Poco a poco, Raoul. - ¿Quieres desayunar?

Le ayudó a levantarse de la cama, pues seguía dolorido, y le llevó al salón.

Agoney se sentó en el sofá mientras él iba hacia la cocina. Estuvo a punto de preguntarle qué le gustaba, pero por suerte cayó en la cuenta de que no era la pregunta más correcta para él. Se la jugó e hizo zumos de naranja con tostadas con tomate, su desayuno habitual, y lo llevó en una bandeja hasta la pequeña mesa que había delante del sofá. Entonces se dio cuenta de que ni había recogido el sofá.

- Perdón, menudo desastre, olvidé recoger...

- No importa, si yo soy un desastr-...

El bocado de tostada que iba a llevarse a la boca se quedó a medio camino con aquel comentario, y el canario estaba en el mismo shock que él.

¿Había dicho eso por inercia o porque recordaba algo?

Recordar | RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora