Era verano. El único sonido que llenaba la habitación era un disco malgastado de James Taylor. Los dos estaban leyendo unos libros que habían cogido de la biblioteca esa misma mañana.
-¿Luis, a ti te da miedo la muerte? -Preguntó levantando la mirada del libro.
El chico le miró con el ceño fruncido.
-Mi madre dice que es mejor no pensar en esas cosas cuando eres pequeño. ¿A ti te da miedo?
La chica respondió orgullosa.
-Para nada, porque sé que desde el cielo podría cuidar a toda la gente que quiero.
El chico pareció dudar antes de hablar.
-¿Cuidarías de mi?
-De ti el primero.••••••••••••••••••
Aitana
Lo más duro de estudiar en una ciudad lejana a la tuya es la independencia. Cualquiera te diría que es separarte de tu familia, pero no era el caso. Por eso se encontraba sentada en el sillón de lo que iba a ser su nueva casa por varios años, rodeada de cajas de cartón cerradas y mirando a la nada. Tenía miedo. Angustia. Nervios.
Unos golpes en la puerta le sacaron de sus pensamientos y se levantó del sofá para ver de quien procedían. Al otro lado apareció una chica morena, de poca estatura y con unas facciones muy marcadas.
-Hola, soy Amaia. Hablamos el otro día por teléfono. Soy tu nueva compañera de piso.
Recordaba su voz. Dulce. Se dió cuenta de que estaba tardando mucho en reaccionar y rápidamente sonrió y le plantó dos besos.
-Yo soy Aitana. Pasa.
Se apartó y dejó espacio para que la otra chica pasara.
-Mis cosas llegarán en estos días, la verdad es que ha habido un problema con el transporte y solo traigo la maleta. -De giró para mirar a Aitana. -¿Cuál es mi habitación?
-Puedes elegir, todavía no he ocupado ninguna.
La chica suspiró aliviada.
-Pues la que haya en la derecha. Espero que no suene raro pero es una manía que tengo desde pequeña.
Aitana sonrió con ternura de manera automática, la felicidad que transmitía su compañera le parecía adorable.
-¿Nos ponemos a ordenar? -Preguntó.
-Manos a la obra.Cepeda
Eran las siete de la mañana. Tenía calor. Dejó que el humo del cigarrillo invadiera sus pulmones, asfixiándole, haciéndole sentir algo.
Llevaba dos años estudiando una carrera que no quería, apoyándose en la frase que su padre no paraba de repetirle cuando era pequeño. La música es solo un hobbie, madura. La música es solo un hobbie, madura. Lo peor es que tenía razón.
-Buenos días. -La voz de Roi le sobresaltó.
-¿Creía que hoy no trabajabas? ¿Qué haces a estas horas despierto?
-Tenía hambre. -Esto hizo que soltara una carcajada.
Cuando llegó a Madrid conoció a Roi en un bar y desde ese momento se hicieron inseparables. Su compañero era más mayor que él y le ofreció compartir piso. El aceptó sin pensárselo dos veces y cree que es una de las mejores decisiones que ha tomado en toda su vida.
Cogió sus cosas y esta vez más relajado andó hacia el tren, recordando su coche roto. Las clases pasaron demasiado lento y el calor que se vivía en septiembre no ayudaba. En la hora de la comida se sentó en su mesa habitual con sus amigos.
Cuando llegó estaban manteniendo una conversación sobre películas y podía intuir que no iba a intervenir. No estaba siendo un buen día.
-¿Te pasa algo? -Preguntó Ana.
-No, tranquilos. Es solo que hoy no estoy en mi mejor humor.
-¿Hay algún día en el que lo estés? -Bromeó Alfred. Luis le tiró una patata.
Quince minutos más tarde se dió cuenta de que no quería estar más allí, cogió su paquete de tabaco y se dirigió a la entrada del edificio, con esperanzas de poder aliviar la sensación de nervios que le acompañaron todo el día. Al abrir la puerta de la cafetería se chocó con alguien y ambos cayeron al suelo. La voz procedente de la otra persona de quejó y maldijo susurrando. Su primer instinto fue levantarse y ofrecer una mano.
Lo primero que vio fueron unas botas que parecían muy pesadas. Unos vaqueros rotos, una blusa azul. Pelo marrón, largo y sedoso. Y por último un flequillo. No. Esto no debería estar pasando. No. Ambos se miraron a la vez con cara aterrada.
-¿Luis?Hola zorras las canciones que pongo arriba son recomendaciones para escuchar mientras leeis.
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sweet disposition. (aiteda)
Randomaitana y cepeda se odian hasta que llega un momento en el que dejan de odiarse. roi no para de cocinar y amaia da muy buenos consejos.