Ella me ha volteado a ver, me mira. Yo sin querer, mecánicamente me encojo, mi respiración se altera, el aíre me hace falta, mi corazón se estremece, hace que mi palpitar se vuelva más acelerado para sólo disminuir y volver doloroso cada golpe que este da, porque en realidad ni siquiera me ve, que nuestras miradas hayan coincidido ha sido mera coincidencia, es como si hundieran un puñal dentro de mí y en mi garganta naciera una rosa con grandes espinas que se me entierran en el estomago.
Toda esta locura ha sido vana, pues nuestras miradas sólo por un momento se cruzaron yo la veo tan fresca, tan viva, tan hermosa que no me deja respirar mientras que ella no me ve. Ante sus ojos solo hay una multitud, en la que sin querer estoy envuelto. Soy otra hoja del árbol y ella es mi tonta mariposa que no sabe nada.
En otras palabras soy invisible, ella no sabe nada de mí, de mis sentimientos, anhelos y deseos que tengo hacia ella y a su intenso mirar que espero con ansias, algún día se dirija a mí. A pesar de estar ahí y ser testigo de su existencia y su vialidad, ella ni siquiera sospecha de las mías. Tengo miedo a que mi vida llegue a su fin y de que no se entere de cuanto la quiero y de estos sentimientos que le oculto, que no sepa que con el simple hecho de existir ella ha iluminado mis días, sin embargo con su ignorancia me atormenta y el arco iris que ha creado se ha vuelto gris.
Entonces, ¿qué sentido tiene quererle y amarle, si ella nunca lo sabrá? Ciertamente, podría acercarme y decirle de todo esto, pero yo no soy como los demás me considero sensible, tímido, introvertido y un raro. Tal vez mi presencia le repugne y si le hablo de mis sentimientos, ella me rechazara y su mirada será de desprecio cada vez que me vea. Esto no lo podría soportar.
Sin embargo, si tan sólo pudiera verme sería tan feliz. Ahora cada vez que me acuerdo de su mirada, su sonrisa, su piel, sus labios no puedo evitar las turbulencias de este pensamiento, es mágico, me mareo las flores salen de mi garganta y sus espinas me desgarran, como desearía habérselo dicho y posiblemente que ella pudiera haberme conocido y saber del todo el amor que le tenía. Pero la obsesión es famosa por su silencio, ahora todo me pertenece aquellos labios con los que soñé alguna vez tocar y esos ojos que envueltos en unas pestañas tan largas que ella poseía, hacia de su mirada fuera tan intensa como lo es lo rojo de su sangre.