Ciertamente la vida es corta bastante corta, la de ella era innecesariamente larga, su cuerpo frío, pálido, carente de toda flexibilizad y amargo descansa en una caja sin gracia, en una poción que carece de elegancia y estética. Es desagradable.
Sombras van y vienen por la habitación murmurando datos de ella, diciendo que su persona era la más sublime, la más exquisita, su amabilidad y gentileza latentes, su alegría, la cual era su mayor virtud; se creen testigos de todas las cosas maravillosas que hizo o que podría llegar a ser, que su forma de pensar era la más acertada, la más justa que nadie había visto, entre otras estupideces acerca de su persona, que ella nunca pensó ni realizó. Al final estas sombras sólo son sanguijuelas que tienen lastima y se mofan del sufrimiento ajeno.
Ahora la veo ahí acostada, no puedo creer que ella haya sido victima de los horrores de la vida, de siempre verla tan agitada tan violenta paso a ser, simplemente un objeto inanimado, quieto y frío. Con una expresión de descanso y paz, que a cualquiera que entendiera los tormentos y la tristeza de la soledad conmovería inmediatamente y lo haría llorar hasta la carencia de lágrimas.
Ella poco a poco simplemente desaparece entre la tierra, flores blancas y gotas de lluvia que provienen de mi rostro, que está rojizo por la vergüenza de encontrarse demacrado y hacer visible un pequeño dolor que se supone del que tendría que sufrir.
Su cara aliviada desaparece está lejos de mí al igual que su voz, que ya nadie oirá y yo tampoco podre oír sus caprichos, reclamos, repudios, desplantes y toda esa mierda que salía de su boca y me consumía que se llevo mis mejores años, toda mi vitalidad se la llevo ella y por su culpa ahora soy un cascaron vacío por ella, que era la que me debía proteger solo me rechazo y me culpo de sus desgracias, que mi nacimiento fue su peor desgracia y por eso le concedí su deseo irse a donde pertenece al infierno ¡AHORA SOY UN NIÑO BUENO, VERDAD MAMÁ?