CAPÍTULO I

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CAPÍTULO I

Aokigahara, un bosque de aterradora reputación, hogar de espíritus y demonios etéreos o al menos eso decían las leyendas que mantenían a cualquier curioso lejos del lugar, la verdad sea dicha aunque esas historias fueran falsas, la vegetación tétrica, los árboles musgosos y deformes daban una aura horrenda al bosque especialmente en la obscuridad de la noche, de nada ayudaba saber de los cientos de casos confirmados de suicidios en el área, uno puede pasear por los senderos y encontrarse con restos humanos y objetos abandonados por sus dueños que decidieron poner fin a su miseria ahorcándose en algún árbol del bosque o convulsionando con una sobredosis, todas estos sucesos y leyendas escalofriantes no impedían que de vez en cuando un grupo osado de excursionistas probaran su valor durmiendo un par de noches en las entrañas del bosque, y que mejor día que este ♥1 de octubre, Halloween o Noche de brujas, en este solsticio se presume (según costumbres celtas) que un portal para los espíritus se abre permitiéndoles interactuar con los vivos, no es necesario decir que no siempre de la mejor manera, un grupo de cuatro mujeres decidieron poner a prueba su temple y las leyendas esa noche, equipadas con tiendas de acampada y linternas, muchas linternas, además de un encendedor para prender una fogata llegada la noche.

La bruma húmeda del bosque ya jugaba con la mente de las expedicionarias, quedaban pocos minutos de luz, estuvieron transitando senderos lúgubres por más de dos horas, su guía era una valiente aunque poco prudente pelirroja, perfeccionada en el arte mundano del galanteo, amante de los pocky más que de cualquier mujer, varias veces recorrió el bosque, un par de ellas viéndose atraída por sus oscuros encantos buscando acabar con su vida, siempre logró sobreponerse a sus problemas incluso dentro de aquel tenebroso lugar, está vez su estado de ánimo es muy diferente, la vida le sonreía, no supo cómo celebrarlo más que llevando a un par de sus amigas a retar sus miedos y conseguir un poco de acción al aire libre para quitarse el frío de montaña que su abrigo rojo no conseguía aislar.

―El sol ya cae, Haruki, y no me estoy divirtiendo― profiere con serenidad una mujer de sofisticados ropajes térmicos, cabello naranja sedoso y un par de Oasis azules por ojos ―¿No sé cómo me dejé convencer?― se recrimina aliviando el peso de la mochila que cargaba, esta joven mujer adinerada era la definición perfecta de egocentrismo, se creía superior a los demás pero por una improbable alineación cósmica eso no la hacía mala, es verdad era altanera y mimada, al mismo tiempo poseía un alma filántropa, para ella ser superior suponía solidarizarse con los menos afortunados para ganar reconocimiento y admiración obviamente.

―Sumireko, linda, lo divertido vendrá una vez armemos el campamento― le dice la pelirroja sonriéndole con picardía.

―Puf, que corriente― espeta desviando la mirada con desdén.

―Sabes lo mucho que detesto darle la razón al caramelo de naranja, Sagae, pero la aspirante a Ojou-sama sabe lo que dice esta vez― profiere una muchacha dueña de un corto cabello azul igual de intenso que sus ojos, compañera de Haruki en el dojo y de Sumireko en la Universidad, poco sociable y su paciencia era tan escasa como sus amigos, gustaba de estar sola y entrenar, el estudio era secundario para ella, lo que la llenaba de vida eran las peleas.

Haruki se detiene ― ¿Caramelo de naranja?― profiere con una gran sonrisa ―Te has puesto creativa hoy, Azuma― ríe, levanta la mirada y no logra vislumbrar un verdadero rayo de sol ― ¿Qué dices Chitaru, acampamos?

―Aprovechemos ahora que hay luz― contesta la pelirroja más alta del grupo, su pelo corto y desordenado siempre lucía con majestuosidad en ella, esta pelirroja era una amalgama de sus amigas, poseía la jovialidad de Haruki, la elegancia de Sumireko y la rudeza física de la peli azul ―Ahí veo un lugar despejado― señala con su cabeza un área limpia entre dos sauces.

Bestia PrístinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora