CAPITULO 1

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La verdad no tenía ninguna razón por la cual estar en este lugar, entre el sudor en mi rostro y el cansancio del día no podía distinguir lo qué pasaba. Debería estar en casa descansado y preparándome para la gran fiesta de esta noche. Pero, desgraciadamente no podría asistir. La competencia estatal de gimnasia acrobática estaba cerca de comenzar y nosotros éramos los anfitriones. Mi escuela, el Instituto Multidisciplinario Estatal era el encargado de recibir cientos de demás escuelas competidoras de ese deporte que yo llevaba más de la mitad de mi vida practicándolo. Eran más de las diez de la noche ya, y mis compañeros aun seguían ejecutando algunos pasos de nuestra rutina. Yo los observaba detenidamente desde las gradas de aquel auditorio mientras sostenía mi botella de agua. Rogaba por que el capitán, Paulo, diera por terminada la sesión de hoy. Me incorpore a la rutina y después de pocos minutos más, por fin acabo...

-Chicos, tengan en mente las rutinas y sobre todo que la competencia se acerca.- dijo Paulo. Todos asentimos y nos dirigimos hacia nuestras pertenencias que estaban en las gradas. Tomé mi toalla y la pasé por mi cara y el cuello, metí los tenis y todo lo restante a mi gran mochila y me apresure a cerrarla, no sin antes revisar mi celular... Cinco llamadas pérdidas de Ingrid. Supuse que era por la fiesta de esta noche, no tardaba en empezar, y ella quería que yo estuviera ahí.

Me despedí del mis compañeros de equipo. Salí del gran auditorio y me dirigí a la parada del camión, que estaba completamente vacía. Volví a sacar mi celular y llamé a Ingrid.

-¡Cariño! Dime por favor que sí vendrás...- gritó ella en cuanto atendió mi llamada.

-Hola, quizá sí, no sé cuanto tarde en llegar.- respondí.

-Bien, entonces aquí te esperaré.- colgó.

Perfecto... Me comprometí en algo que no quería, el motivo de mi llamada era para avisar que quizá no podría asistir.

Tomé el camión que me llevaba a casa. No tardó mucho tiempo, fue un lapso más corto que cuando lo tomaba por las mañanas para llegar a clases. Pero en fin, yo ya estaba harto de eso y necesitaba mi propio auto. Llegué a casa y arroje mis cosas al sofá de la sala. Al parecer nadie estaba. Me fui directo a la ducha caliente y relajante. Terminando me apresure a ponerme mi ropa. Tuve que elegir algo casual y discreto para así evitar que ''otras chicas se fijaran en mi'' como decía Ingrid. Esperaba que esta noche fuera tranquila, dejando de lado los celos y por otra parte, la idea de Paulo, él no quería que nadie del equipo fuera a aquella fiesta. Nos desconcentraría y sobre todo nos afectar a nivel físico. Pero este tipo de fiestas solo se hacían una vez al año, y según Ingrid no me la podía perder.

Al bajar las escaleras de casa, para mi buena suerte pude ver el auto de mis padres, ya se encontraban en casa. Era preferible decirles ahora que llegaría tarde a casa, que estar mañana en la mañana justificando mi llegada con el sermón de todos los días. Ellos estaban en la cocina conversando.

-¡Qué guapo estas esta noche, hijo!- dijo mi madre en cuanto entre por la gran puerta de la cocina.

-¿Iras a algún lado?- pregunto mi padre.

-Sí, a una pequeña reunión de los compañeros de clase...- dije omitiendo que era una fiesta en la que estaría presente más de la mitad de la preparatoria y que probablemente hagan presencia las drogas y alcohol.

-¿Ah, si? Yamil nos dijo esta mañana que justo a esta hora empezaría la gran fiesta de la preparatoria. Organizada por la presidenta de estudiantes... ¿Seguro que no es la misma ''reunión'' a la que tú vas?- Preguntó mi padre dejando de lado su taza de café. Ay, esa niña...dije hacia mis adentros. Nunca pensé que mi hermana fuera a estar presente en esa fiesta. Siempre ella tan comunicativa.

César.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora