La Frágil Brisa de Verano

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Era un sueño. Él lo sabía. Era dolorosamente consciente de ello. Sabía que era un sueño mientras se miraba en el espejo y se veía sonreír. Sabía que era un sueño mientras sus labios rozaban los suyos. Sabía que era un sueño cuando las risas sonaban, bajo el soleado cielo azul. Sabía que era un sueño cuando sus ojos, risueños, le miraban con una sonrisa; mientras que su mano sentía la trémula calidez que la suya emanaba. Sí, ciertamente era un sueño. Por supuesto que lo era. Sin embargo, él quiso aferrarse a esa intangible sensación, a ese corto y efímero sueño que le mostraba lo que deseaba. Él no sabía si considerar si su mente le estaba jugando una mala pasada o haciéndole un favor. Todos los días deseando eso sin poder tenerlo. Todos los días buscando una sonrisa. Todos los días sin tenerla, sin tener nada. Él sabía que era un sueño. Quizá por eso mismo lo abrazó firmemente, pero con cuidado de no espantarlo. Quizá por eso mismo rió, amó y fue amado tanto como pudo, dentro de esa ilusión, de ese deseo, que se desvanecía como la frágil brisa de verano. Quizá por eso...

Cuando abrió los ojos, se encontró solo. Sus ojos no veían el cielo soleado y azulado. Su rostro no sonreía. No había labios que rozaran los suyos, ni risas, ni sonrisas, ni calidez. No había nada. Solo él, con los brazos tan vacíos como su corazón. Y, entonces, lloró.




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Hola.

Esta historia es especialmente corta, pero espero que os guste.

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