I

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Ni puta gracia.

¿A quién le iba a hacer gracia currarse las oposiciones como un desgraciado para acabar teniendo que volar de Tenerife a Barcelona por trabajo?

Pues a Agoney no.

Vamos, él, que iba a ser una estrella.
Pero acabó estrellado.

Acabó limpiando culos en un geriátrico, deseando que se lo diesen en un hospital. Por eso se esforzó al máximo cuando tuvo que hacer aquel examen.

No fue suficiente.
Como no lo había sido su virtuosismo para que le diesen un trabajo de cantante de hotel, al menos.

Veintidós años y está entrando por la puerta de aquel enorme lugar de olor a desinfectante y limpieza extrema.

Las paredes blancas y el suelo resbaladizo, "Espero, al menos, que los zuecos sean antideslizantes", piensa mientras se acerca a la recepción.

Una rubia poco más mayor que él lo mira por encima de sus gafas.

-¿Quieres algo?- pregunta, sacándose un chicle de la boca y tirándolo a una pequeña papelera que hay debajo de la silla.

-Soy Agoney Hernández.

-¿Un nuevo enfermero?

"No, desgraciadamente" piensa frustrado, pero la mira rascándose la cabeza y sonríe.

-Auxiliar, en realidad.

-Uf, chico, qué contentas se van a poner tus compañeras, que en esta profesión solo hay almejas.- ríe bajito, y él nota que tiene un acento bonito, como del sur. No tan al sur como él, pero sur.- Encima- le dice mirando el DNI- canario. Se van a volver locas.

Tiene la tentación de contestar a eso. Pero no lo hace. No conoce, no sabe. Mejor callar.

"Thalía, súbete que tienes que llevar al nuevo a vestuarios y darle sus cosas"

-Por cierto, soy Mimi.- le tiende la mano y mira a la izquierda, por donde aparece una chica muy joven, con gafitas y una coleta alta. Risueña, cantarina y dando pequeños saltitos mientras saluda a todo el mundo- Esa es Thalía y va a ayudarte a ponerte al día.

"Ellaaaaa rapera" escucha gritar a una enfermera. Lo supone por el uniforme verde, el suyo probablemente será blanco, como el de Thalía.

Thalía se presenta y lo lleva hasta los vestuarios. Son dos salas enormes, le da un uniforme que viene plastificado y un cartelito con su nombre.

"Podrás decorarlo como quieras" apunta señalando sus montones de pompones y muñequitas de fieltro en la casaca.

Cuando entra al vestuario y cierra la puerta tras de sí, lo ve por primera vez. Tiene la cara roja y se muerde las uñas abrochando los botones de su camisa rosa palo.
Es rubio y es hermoso.
Puede ver su abdomen desde donde está. Se ve duro y pagaría por pasar su mano por ahí.

"Para, muchacho, que te vas a ir con el uniforme manchado antes de estrenarlo, cabrón" piensa mirando hacia otro lado.

Se quita la ropa intentando no mirar al compañero.

Lo que no sabe es que a su compañero le gusta lo que ve, le gusta mucho, como a Sharpay Evans.

Raoul está terminando la carrera, está de prácticas y también tiene un cartelito con su nombre, además de una bata blanca y limpia.
Dios sabe lo que le ha costado llegar donde está.

Todos los fines de semana que se ha quedado en casa estudiando mientras Aitana le mandaba audios mientras sonaba Beyoncé en una discoteca.

Pero está allí, casi tocándolo con los dedos de las manos.

nitroglicerinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora