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Dulce. Tienes antojo de un dulce.
Lo sé por como juegas con la envoltura del último que te comiste. Suspiras resignada.

—Ya no deberías comer eso, te llenarás de granos por la grasa—informa Ana.

Siempre opina y nadie le pregunta. No la tolero.

Sin embargo, asientes.

—Supongo que tienes razón.

Odio que te dejes llevar por lo que ella dice.

Cuando transcurre el día, te observo mientras vas a dejar el cañón que solicitaste para tu exposición.
Respiro hondo y tomo el coraje necesario para dejar un chocolate sobre tu banca.

Vuelves y lanzas miradas alrededor, buscando el responsable, pero la mayoría ya se está retirando. Y yo hago como si no me diera cuenta de la situación.

Sonríes para ti misma.

Eso es suficiente para mí.

Podría dejarte chocolate todos los días con tal de verte así.

Lo que odio de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora