Una de las peores sensaciones es cuando lo has pasado tan mal que no puedes ni llorar. Como si las lágrimas se hubieran agotado de repente, ya no hay, no quedan, y en su lugar solo sientes un gran vacío en el pecho.
Te duele el corazón, lo notas. Sientes como si fueran resquebrajándolo poco a poco, despacito. Sientes como si tus venas, en vez de transportar sangre, transportaran tristeza. Te invade el sentimiento gris por toda tu alma.
Sientes miedo, mucho y muchos. Miedo de perder a alguien, miedo de no ser nada, miedo a tonterías y miedo a cosas más importantes. Es como un bucle negativo del que no se sale tan fácilmente.
Subes el sonido de la música para así intentar de bajar el de los problemas, pero no puedes. No puedes porque a pesar de que la música retumba en tus oídos, hay silencio, y solo puedes oír las voces de tu cabeza, martirizándote con cada oportunidad.
Hoy, ahora, en este momento me siento vacía. Me duele el pecho, quiero llorar pero no no puedo, tengo miedo.
Me tumbo y escucho el sonido de la noche, coches pasan y algunas pocas voces se oyen a lo lejos, pero yo no dejo de pensar y pensar, y no me está haciendo bien.
Estoy vacía.