Ania (Español)

113 9 0
                                    

-Eric...Eric!...Despiesta de una vez maldito!-

pude oir aun estando en proceso de zombie. Era mi madre, como todas las mañana, chillaba con esa voz que te deja medio sordo i te dan ganas de arrancarte los timpanos

-Hoy es tu primer dia de clase en el nuevo instituto, ¿Quieres dar una mala impresión, o qué?-.

La verdad, me daba igual lo que llegaran a pensar de mi. Solo queria pasar los últimos años de educación obligatória lo más rápido posible, y despues irme lejos donde nunca puedan encontrarme, aunque no sabia si podria quitarme a esta loca que tengo por madre. Desde que mi padre nos abandonó no ha vuelto a ser la misma, no quiere decir que antes estubiera bien, pero almenos no se pasaba las noches ébria y desquiciandose con todo lo que se tenia por delante,

Al rato de estar dando vueltas en la cama decidi levantarme. A causa de la poca luz y la exagerada cantidad de polvo que habia no era capaz de reconocer mi habitación, aunque más que una habitación parecia un trastero, estaba todo lleno de cajas y cachibaches. Tenia que encontrar rapidamente la caja donde pusiera "ropa" y cambiarme, el desayuno me esperaba junto con un dia lleno de caras nuevas, de las que no tenia intención de esforzarme a recordar ninguna.

La clase en la que me colocaron tenia veintiseis caras diferentes contando la del tutor, peró aun así me parecian todas iguales, aburridas,normales... Todas menos una, al fondo de la clase pude observar lo que me pareció una muñeca de porcelana, pero me equivoqué. 

Tenia unos ojos gélidos que parecian congelarte con la mirada, y una piel tan blanca que no sabria decir a primera vista si estaba viva o muerta. Esa preciosa muñeca hizo que por primera vez en mis quinze años de vida sintiera curiosidad por otro ser vivo que no fuese el lindo gato que vivia por el barrio o yo mismo.

Durante muchos dias aquella mirada gélida fue la razón de mi despertar cada mañana y que pudiera soportar las inacabables clases. Despues de un tiempo observandola de lejos, conseguí aprenderme su precioso nombre, Ania.

Me hubiera gustado tanto poder hablar con ella y llamarla por su nombre una y otra vez, Ania... Ania... Peró todo aquello duró bien poco, de repente un dia no vino, ni el siguiente, ni el siguiente del siguiente... Desapareció sin dejar rastro, como si nunca hubiese existido.

Dias despues de la desaparición de Ania, Rallas, el gato del barrio, vino a mi casa manchado de sangre, me asusté, peró cuando le observe atentamente me di cuenta de que esa sangre no era suya y no pude frenar mi curiosidad.

Salir de casa sin ser visto no fue una faena complicada, gracias a la borrachera que mi madre llevaba encima. El Rallas no hacia más que indicarme que le siguiera y yo no me lo pense dos veces en seguirle. Nunca pensé que gracias a aquel pequeño animal veria a mi querida Ania por última vez, peró no fue ni mucho menos como esperaba, cuando la encontré habia cambiado mucho, aquellos ojos eran mas frios que nunca y su perfecta y delicada piel blanca estaba manchada de sangre, tanta que ahora si que no dudaba de que estaba muerta.

La notícia de la muerte de Ania se hizo pública pocos dias después de que la encontrara. Segun el informe del caso, fue asesinada por su propio hermano que confesó que la mató por nacer a costa de la vida de su madre,

A partir de entonces mi vida volvió a ser la mierda de siempre, pero, esta vez, no podia perdonarme por no llegar a llamarla nunca por su nombre. 

FIN

AniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora