Capítulo 10: Somos amigas

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—¿Que fais tu? —preguntó Louis recostada del marco de la puerta, ella observaba a Lucy en silencio desde hace rato con curiosidad.

—Recojo mis cosas.

—Ser bastante obvio, ¿mais pourquoi? Si es porque no agradar a mi madre, no tienes que preocuparte, de hecho no agradas a muchas personas, y creer que vives con ese hecho perfectamente bien
—decía entrando a la habitación y dando un salto a la cama con su peculiar sonrisa relajada.

—No es por ello Louis... —alegó con un semblante agotado—. Espera, ¿no le agrado a tu madre? Pero, ¿por qué? Yo pensaba que si —argumentó frunciendo el ceño algo confundida y pausando lo que estaba haciendo.

—¡Oh ciel sacré! Pensé que ya lo sabías, acaso no ser evidente sus sonrisas forzadas cada que te ve.

—Yo pensé que se alegraba mucho al verme —espetó sentándose al lado de Louis con desgane—. Además es francesa, no sé diferenciar como sonríen los franceses... Espera, acabas de decir qué hay más personas a las que no les agrado.

—Oh si si.

—¿Pero quiénes?

—Premier están algunos compagnons de tu oficina.

—No podrías saberlo, nunca has hablado con ellos, ni siquiera sabes quiénes son.

—Tonta Lucy, conocerlos en una fiesta.

—¿Qué fiesta?

—La asiática dar buenas fiestas.

—Tú fuiste invitada a esa fiesta.

—Oui biensur.

—Aguarda un segundo, Sarah también asistió… por que comienzo a sospechar que suelen hacer cosas sin incluirme.

—Oui, espera no. Se suponía que ser secreto, chica mandona hacerme prometer que no diría nada, para, para... Era algo relacionado con... ¡Ah sí! —exclamó recordando aquello que no debía decir—. Para no lastimar los sentiments de la puritana Lucy.

—Y a quién más no le agrado aparte de Yuan y algunos compañeros de la oficina.

—¡Oh, ser muchos! Está la anciana octogenaria que regalar galletas del segundo piso, Larry, el de la cafetería de la esquina, también está esa guardia de cruce y Brusch.

—Espera, no le agrado a Wanda.

—¿A quién? —Louis respondió poniendo la cabeza ladeada mientras arrugaba la frente.

—La guardia de cruces.

—Oui, Layla.

—Su nombre es Wanda.

—Estar segura, tener la cara de Layla —alegó mientras observaba hacia arriba algo pensativa.

—Completamente, además eso es ridículo sobre que no le agrado a Wanda —aseguró soltando una carcajada un tanto afligida—. Incluso tenemos apodos, ella suele llamarme chica molesta o poco desarrollada, también se preocupa por mi seguridad, sabes…

—¡Ah sí! ¿Y cómo preocuparse?

Louis, cruzó las piernas con una sonrisa burlesca mientras le clavaba una mirada de esas afiladas.

—Pues la semana pasada hablaba por teléfono con Mirlaba, la chica de redacción, y estaba un poco distraída para prestar atención a la calle, a lo que ella me gritó “¡Por un demonio vas a cruzar la maldita calle de una vez!” ¡Si, eso es lo nuestro!    —agregó fingiendo una sonrisa despreocupada.

—¿Enserio...?

—¡Cielo santo, no! Creo que quizás no le agrado mucho.

—¿Enserio...?

La Cenicienta de Queens (Por Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora