Capitulo 1

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Han pasado 3 semanas desde que me he mudado a Hanga Roa en la Isla de Pascua. La razón de mi mudanza es que mi padre es policía, y está buscando información sobre un grupo de narcotraficantes muy importante en Hanga Roa llamado Atlas que haría que mi padre tuviera un ascenso.

Asisto al Colegio Hermano Eugenio Eyraud desde hace una semana, y me ha ido bien entonces. Además he conocido a una chica "curiosamente extraña" por decirlo así. En realidad todo el mundo decía que era una rarita.

Su nombre es Piscola -ya de por sí su nombre es raro- y tiene 16 años. La primera vez que hablamos fue a los 5 días de empezar las clases. Teníamos que hacer un trabajo para literatura sobre "Literatura en el siglo XX".

La profesora hizo grupos de a dos aleatorios, y me tuvo que tocar hacerlo con ella. Ese día fui a hablarle para acordar cuándo nos juntaríamos en el recreo. Ella se encontraba en un rincón del pasillo leyendo.

-¡Hola! No se si me conocías, pero me llamo Luis- me presenté con una sonrisa-. Nos tenemos que juntar para el trabajo de literatura.

Ella levantó su cabeza y me miró con sus ojos verdes penetrantes.

-Si, supongo.

-¿Se puede en tu casa? Lo que pasa es que en la mía no se puede.

-NO- me gritó y algunos chicos se dieron vuelta para mirarnos-. Digo, tampoco se puede en la mía.

-Tranquilíate, no es para tanto-le dije, pensando que iba a armar una escena. En ese momento pensé que los rumores de que era rara eran ciertos.

-Perdón.

-Entonces, ¿qué tal en la biblioteca el lunes?

-Bueno-ella corrió su cabello corto de color avellana de su cara.

-Bueno, que gusto conocerte. Piscola, ¿no?

-Sí.

-Bueno, nos vemos el lunes, supongo.

-Ok- al decir esto volvió a la lectura de su libro.

El lunes después del colegio nos juntamos en la biblioteca y aprovechamos que había computadoras para investigar.

Nos sentamos en una de las muchas mesas y comenzamos a hacer el afiche. Quise empezar una conversación así no había tanto silencio que nos separe.

-Y... el viernes te vi leyendo. ¿Te gusta leer?

-Mmmmm, si- dijo mientras subrayaba el título de la cartulina.

-¿Que te gusta leer?

-Me gusta leer casi todo tipo de géneros, pero me gusta más leer mitología.

-Que entretenido. ¿Y que más te gusta hacer?

-Andar en bicicleta, nadar, ver televisión...

-A mí me da lata hacer deporte en realidad. Jajaja- Piscola mostró una mueca, como una pequeña sonrisa-¿Cuál es tu programa favorito?

-Ninguno, veo lo que venga- dijo cortante.

A este punto de la conversación pensé que era apretada, pero ahora era ella la que preguntaba.

-¿Y a ti que te gusta hacer?- preguntó mirándome fijo.

-Uffff, varias cosas, entre ellas los videojuegos.

Ella asintió y siguió con su parte del trabajo. Luego de unos segundos volvió a preguntar

-Y tú eres nuevo en la ciudad, ¿no?

-En realidad, soy nuevo en la isla.

-¿Por qué te mudaste a este lugar?

-Emmmmm, por trabajo de mi papá.

-Ah ¿De dónde eres?

-De Santiago de Chile.

-¿Hiciste amigos?-mientras ella hablaba, estaba escribiendo la información en el afiche.

-En realidad, no. No soy bueno haciendo amigos altiro.

-Y yo menos- dijo cabizbaja-. Dicen que porque no hablo mucho, soy rara. A veces se suben al columpio.

-Qué feo. Bueno, yo ya casi termino ¿Y tú?

-También- dijo Piscola.

-¿Quieres ir a tomar algo después del trabajo?- propuse.

-Mmm, no sé. Mi papá me espera en casa, pero le puedo decir que nos atrasamos con el trabajo.

-Está bien.

Al terminar fuimos a un café a la esquina del colegio. Ambos seguimos contando nuestras cosas y nos reímos, aunque Piscola no hablaba mucho. Y yo había pensado que era una chica fome, pero en realidad era una chica tímida y una gran persona. O eso creí.

PiscolaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora