Capitulo 3: Aire

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Capítulo 3: Aire

La nación del aire estaba conformada por tan solo 180 habitantes. Ellos eran personas bastante tranquilas, hasta que uno los irrita o enoja.

Caleb y Martina estaban enamorados. El contacto de personas de distintas naciones se prohibía. Por eso, ambos se escapaban de sus hogares para encontrarse en la frontera de las 4 naciones. Pensaban en su “amor prohibido” como algo muy romántico. Hacían un gran esfuerzo para estar juntos y pasar por lo menos un momento a solas.

Un día, Martina se preparaba para encontrarse con Caleb. Se había puesto un vestido verde, y los ojos medio maquillados. Suspiró, ojalá las naciones no prohibieran el contacto entre ellos.

Salió de la habitación y se dirigió a la de su hermano mayor. Tocó la puerta y luego de escuchar un “pase” entró.

-Hermano. –Se inclinó respetuosamente.

-Martina. Te he dicho varias veces que no hace falta tanta formalidad, soy tu hermano. –Indicó. –Así que levántate.

Ella levantó la vista y se puso de pie.

-Entiendo. Quería decirte que estaré ausente por unas horas.

- ¿Cuál es el motivo?

-Debo hacer unas compras en las afueras. –Mintió.

-¿Necesitas algún guardia que te acompañe? –Consultó cuidadosamente.

-No es necesario, puedo hacerlo sola. De todos modos, gracias.

-¿Puedo ir contigo?

La castaña volteó. Arianne la miraba sonriente.

-Tendremos que caminar demasiado. Mi respuesta es no. –Le contestó firmemente.

-¿Por qué no la llevas? –Preguntó Martín sospechando.

-N-no creo que sea buena idea. –Vaciló.

-¡¡Yo quiero hermanita!! ¡¡Llévame!! Por favor . –Rogó su hermana.

-Uy, está bien. Pero prométeme que no dirás nada. –Le susurró al oído.

Arianne festejó.

-Entonces, nos vamos. –Avisó Martina. –Anda, ve a buscar un abrigo. –Le dijo a la pequeña de, próximamente, 15 años.

Acto seguido, abandonaron la habitación y fueron rumbo su camino.

-Bueno, Ari. Prométeme que no dirás nada. Por favor. Por el bien de todos y de la nación. –De un rincón oscuro sale un chico castaño de ojos azules.

-Él es Caleb. Caleb, Arianne. –Los presentó.

-Hermana, ¿Tú no ibas a comprar? No es correcto mentirle a rey. –Preguntó indignada.

-Él es mi novio de la nación del aire. –Respondió Martina sonriente.

<<Esto está mal. Muy mal. Estoy entre mentirle o decirle la verdad a Martín. Pero si se lo digo, Martina me odiará y viceversa. <<

-Un gusto, soy Arianne. –Dijo extendiéndole la mano.

-El gusto es mío, señorita. –Dijo estrechándole la mano. -¿Cuántos años tienes?

-Quince. –Contestó seca.

-Oh, entonces vayamos a conocer a mis hermanas, seguro te agradarán.

Salieron del callejón y se dirigieron hacia el patio de un hermoso palacio. El jardín era muy grande, estaba rodeado de fuentes de diferentes tamaños y pequeñas lagunas. Era hermoso. Arrodilladas frente a una laguna, se encontraban dos jovencitas hablando y riendo.

-Hanna, Ámbar.

Ambas chicas voltearon. Ambas eran muy parecidas, de ojos azules un poco más claros que los de Caleb y pelo negro. Miraron a Martina y una de ellas comenzó a reír y en un santiamén la de su lado le pegó un codazo.

-¿Sí, Caleb? –Preguntó una de ellas.

-Ellas son Martina y Arianne de la nación del fuego. –Presentó.

-Hola. –Saludó la que había sido golpeada. –Soy Ámbar y ella es Hanna.

-Un placer. –Habló Martina haciendo una leve reverencia.

-¿Por qué no le presentan a sus amigos a Arianne? –Ofreció Caleb.

-Claro, ven. –Le dijo Hanna tomándola de las manos y guiándola hacia las calles.

Mientras caminaban Arianne observó como una castaña de ojos marrones golpeaba ligeramente a un chico, también castaño, bastante alto quien sostenía una pequeña caja por sobre su cabeza.

-¡Ezra! Devuélvemelo. –Exigía la chica.

-Nop. Intenta alcanzarlo.

La chica volteó enojada y al verlas, su rostro se transformó. Corrió hacia ellas con cara sufrida.

-Hanna, Ezra no quiere devolverme mi caja de piedras. Ésta miró al chico con una ceja alzada y extendiendo la mano, le dijo:

-Ezra devuélvele la caja a Enya.

El chico refunfuñó y dijo algo entre dientes. Luego le extendió la caja a Hanna.

-Gracias Ezra. –Le sonrió. –Toma Ary.

-Gracias… -Dijo.

-Ahora si, a lo que veníamos. –Dijo Hanna. –Ella es Arianne de la nación del fuego. –Repitió. Ellos son Ezra y Arya. –Se dirigió a Arianne.

La chica castaña la miró con desconfianza e inclinó la cabeza a modo de saludo. Ezra, en cambio, puso su mejor sonrisa, y clavó sus ojos en la figura de la chica. Era bonita. Claro, había estado con mejores. Pero ella tenía algo indescifrable en su rostro y no podía negarse al misterio que  le ofrecía.

La peli-negra, adivinando las intenciones del chico, lo miró fijamente para intimidarlo, mas no fue así.

-Un placer. –Habló haciendo una reverencia.

-¿Qué hace una chica del fuego por aquí? –Preguntó curioso Ezra.

-Mi hermana ha venido a hablar con vuestros líderes. –Mintió.

Se escucharon unos gritos-.

-¡Hanna! Eres una bastarda, no tenías que habérselo dicho. ¡¡Me quiero suicidar!! –Se la escuchó a Ámbar.

Ésta corrió llorando hasta un callejón en una esquina y dijo entre dientes: <<Todo por culpa de la bastarda Hanna. ¿Cómo diablos lo voy a encarar a Ezra ahora? Él me gusta muchísimo y éstas zorras me lo tratan de quitar<<

A lo lejos vio venir a Arya, mirándola con el ceño fruncido y, luego de unos segundos, preguntó:

-¿Qué te sucede, Ambi?

-¡Nada que te incumba Arya! –Gritó enfadada.

-Ay, pero, ¿Qué te sucede? –Sin entender.

-Todo, y más si estás cerca de mí. Así que hazme el favor de largarte y dejarme en paz.

Arya retrocedió asustada. Pero se armó de valor y le gritó:

-¡¡Tú no tienes derecho a decirme lo que tengo que hacer, maldita bastarda!!

-¡¡La bastarda eres tú, inútil!! –Respondió ofendida.

Acto seguido, la peli-negra se echó a llorar tan fuerte que parecían alaridos lastimosos y lamentables. Luego de unos minutos, sus sollozos fueron disminuyendo y decidió ir a por una caminata.

Fuego [REEDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora