Primera Parte.

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Y despertó. Despertó en aquel ataúd de cristal sobre piedras, en medio de aquel bosque helado. Sentía una terrible claustrofobia, aquel cristal acababa con cada segundo de su vida.

Se puso a patalear, golpeó con todas sus fuerzas cada pared, pero aquello no se grietaba ni un centímetro. Gritaba, pero su voz no salía de allí dentro, el bosque blanco seguía en una perfecta armonía, el sonido de algún riachuelo cercano, el canto de las aves, la luz del sol brillando  sobre la copa de los árboles y sobre la nieve que empezaba a derretirse lentamente.

Ella comenzó golpear con toda su cuerpo la pared derecha del ataúd, mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Y entonces se precipitó dentro del ataúd hacía el suelo donde se hizo pedazos.

Se levantó con esfuerzo y torpeza, con los miembros entumecidos. Aspiraba con fuerza el frío que antes no sentía. Se cortó con algunos trozos de cristal, pero al fin se pudo  apartar de lo que quedaba de su ataúd de cristal.

Aún estaba asustada y medio llorando, no entendía qué hacía allí, por qué estaba descalza. Tropezó de espaldas contra un árbol y le calló un poco de helada nieve, el frío comenzaba  a hacerse con ella que llevaba solamente un vestido marrón café de mangas cortas. El sol seguía bajando mientras caminaba helada y torpe.

Un aullido resonó por cada rincón del bosque e instintivamente salio corriendo . El aullido se acercaba, el ruido de pisadas, una segunda respiración agitada  y después algo grande, pesado y peludo la derribó. Se movió rápidamente hacía la derecha para quitárselo de encima. Tuvo en ese momento frente a sí un gigantesco lobo blanco de ojos negros que lucía amenazantes sus colmillos.

Soltaba un gruñido cada cierto tiempo mientras miraba  fijamente a los ojos a su victima, unas palabras le llegaban a su cabeza a la chica "yo soy el bien, soy la luz, deja que te devore" . Ambos se movían con delicadeza hacía la izquierda. Sin esperarse lo cuando fue a dar otro paso más concentrada en la bestia blanca, chocó con otra  intensamente negra de ojos brillantes blancos, y calló al suelo temblando se arrastró hacía la derecha arrinconándose contra un árbol, aterrada.

La segunda bestia la miró con ternura como si dijera "yo soy el mal, la oscuridad, tu decides, tu te equivocas, tu pagas, cuidado o serás tragada", luego agacho la cabeza y miró al lobo blanco. Ambos se acercaron, compartiendo  gruñidos y pequeños mordiscos antes de que el lobo blanco se girase y fuese, el negro se giró para mirarla y después siguió a su compañero.

No sabría decir cuanto tiempo paso allí acurrucada muerta del frío, pero al fin se levanto y corrió lo más lejos posible de allí, lo más rápido que podía e incluso con cierta agilidad a pesar de ir hundiéndose en la nieve.

Se comenzaba a acercar al final de aquel luminoso bosque y se acercaba a uno más oscuro, pero no se detuvo.

Tropezó con una rama que sobresalía y rodó desde aquel paisaje nevado que desaparecía hasta convertirse en un frondoso oscuro bosque, seco y cuya temperatura era mucho más alta.  Rodó sin poder frenar, rodó preguntándose por qué no podía hacerlo, preguntándose que locura era todo aquello, como funcionaba aquella pesadilla. Y al final paró, se chocó contra un árbol al golpearse con fuerza en el estomago.

Se levantó dolorida por el golpe, aún mojada por la nieve, manchada de arena y de la poca sangre que estaba seca en los pequeños cortes que se había hecho con los cristales.

Se apoyo contra aquel árbol de corteza seca y áspera, respirando hondo, tranquilizándose, observando este nuevo lugar. Era un bosque más oscuro pues los árboles  eran muy bajos y estaban bastante juntos unos de otros dejando pasar poca luz, había ramas por todas partes el suelo era duro y de arena fina con pequeños bolos.

El silencio reinaba.

El camino del que no se vuelve.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora