18. El botón

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18. El Botón

"Nothing better to do

when I'm stuck on you

And still I'm here

trying to figure it out.

(...) And we're not allowed to figure it out"

Royal Blood, Figure It Out

·

- Miguel, el Señor-

- No me digas – la interrumpí, alzando la cabeza hacia ella. Octavia, que estaba entrando por la puerta de la cocina, se detuvo en seco. Me miró, con sus ojos enormes y redondos cargados de culpa –. Quiere que le lleve la comida, ¿no es así?

Octavia no dijo nada y agachó la cabeza; los pies juntitos, las manos entrelazadas al frente, apoyadas sobre su vestido de criada. Todo su cuerpo decía «Lo siento... pero sí».

Me levanté de la silla tan rápido que estuve a punto de derribarla. Octavia se encogió por el estruendo.

Me odié por hacerla sentir mal. No quería que se sintiera culpable, pero tenía tanta impotencia, tanta tristeza y tanto miedo acumulados dentro, que no podía soltar un mísero «Lo siento». Si lo hacía, estaba seguro de que me pondría a romper cosas. O a llorar. O a gritar.

Porque quería a Rubén.

Y Rubén estaba allí arriba, en su despacho. Estaba allí, contestando cartas y ordenando papeles. Estaba allí, pidiendo que le llevara la comida. Estaba ahí.

Pero él mismo no podía darse cuenta de ello. Y eso era lo que más me enfurecía.

A pesar de todo, Octavia me ayudó a terminar de preparar la comida. Colocamos los platos en una bandeja de madera tallada. La cogí y salí de la cocina, sintiendo la mirada compasiva de Octavia seguirme hasta perderme de vista.

No debía enfadarme con ella, lo sabía. No debía enfadarme con ella, ni con los demás. No había motivos para hacerlo. No era su culpa que Mr. Jack haya vuelto –de hecho, probablemente era mucho más mi culpa que la de ellos–.

Pero algo dentro de mí, muy en el fondo, me llenaba los pensamientos de veneno.

«Por supuesto que se compadece de ti. Todos se compadecen de ti. Y, ¿qué crees que es la compasión en verdad? La compasión es agradecimiento. Ellos agradecen no ser tú. Te compadecen porque a ninguno de ellos le gustaría estar en tu lugar. No cambiarían su lugar por el tuyo ni aunque pudieran»

Sujeté la bandeja con fuerza mientras subía las escaleras, tratando de calmar el temblor de mis manos.

Primero pensé:

«No puedo coger el botón porque tengo las manos ocupadas»

Luego pensé:

«Oh, el botón...»

Clavé las uñas en la madera de la bandeja tan hondo que temí dejar marcas. Atravesé el pasillo.

«Ese botón ya no es mío»

«No me pertenece. Nada me pertenece. Ni siquiera las cosas que hago»

Sentí esa familiar sensación de extrañamiento, de abstracción. Unos pies que no eran míos se detuvieron frente a la puerta del despacho de mi Señor. Una mano que no era mía se levantó y golpeó la puerta con unos nudillos que no eran míos. Una voz profunda y conocida contestó con un «Adelante» e inspiré hondo un aire que me resultaba extraño, frío, impropio.

Mr. Jack (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora