Sinner

Un joven huérfano, atrapado en las calles de la gran ciudad, con hambre, con frío y solo una pieza de pan duro para comer, pero es lo que sufren los pequeños no deseados. Una vida de hambre y dolor en las calles de Yokohama. Sus desgastadas ropas no le dan abrigo para pasar las noches, de hecho, ya ni siquiera tiene esperanza de sobrevivir al invierno. Sin embargo, no piensa rendirse, luchará hasta el final, no se rendirá tan fácil. 

"No voy a morir...", repite una y otra vez en su mente.

Ruega al cielo ser salvado. Esa noche se refugió dentro de una caja de cartón, no es mucho, pero es suficiente para sentirse agradecido por su fortuna. 

Por la noche, un montón de extraños ruidos lo despertaron. Una riña probablemente, el pánico lo invadió. Los hombres hablaban de una deuda, espió por la rendija de su refugio de cartón. Uno de los hombre imploraba piedad a los otros dos. Hablaron de tiempo vencido. Uno sacó un arma y tiró del gatillo. 

Atsushi miraba con horror lo ocurrido. Su cuerpo temblaba involuntaria mente, en un reflejo se echó para atrás, haciendo a un montón de botellas delatar su ubicación. Uno de los hombres pateó la caja, obligándolo a salir. 

- ¿Un niño...? -, el hombre era pelirrojo, y llevaba un extraño sombrero.

-Chuuya, ¿qué encontraste? -preguntó el otro, un chico de cabello oscuro y horribles lentes verdes. Se acercó a comprobarlo por sí mismo. - ¿Qué haremos con él? -preguntó con una sonrisa que aterrorizó al menor, lágrimas rodaron por sus ojos. 

Chuuya apuntó a la cabeza del pequeño. 

-N-No... -sollozó. 

-Entonces cállate, eres un testigo, y estás llamando la...-, su teléfono lo interrumpió. 

- ¿Por qué tardas tanto? -, se escuchó por el teléfono.

-Un pequeño inconveniente, estoy en ello. -avisó. 

- ¿Qué inconveniente? -preguntó. 

-Un niño. -, respondió el pelirrojo. 

- ¿Y sus padres? -

-Creo que es huérfano... -, se hizo un largo silencio. - ¿Señor? -

-... Trelo. -

Chuuya quedó en shock unos segundos. 

-Sí, Señor... -respondió. 

La llamada terminó, el pequeño albino se puso de pie de un brinco, intentó escapar, pero de un golpe en la nuca cayó de bruces al suelo. La vista se le nubló y todo se volvió oscuridad.